M.C. María del Refugio Manjarrez Montero
Vicepresidente del Colegio de Economistas del Estado de Sinaloa.
La reciente decisión del Banco de México de reducir la tasa de referencia al 8%, anunciada el 26 de junio de 2025, representa un giro relevante en su estrategia monetaria. Tras meses de mantener una postura restrictiva para controlar la inflación, el banco central cambia su estrategia a una política más laxa, en un contexto aún incierto para la economía mexicana. Esta medida podría traer beneficios inmediatos, pero no está exenta de riesgos que deben ser analizados con cautela.
Por un lado, la reducción en la tasa puede estimular el consumo y la inversión privada, lo que resulta atractivo en un momento donde el crecimiento económico ha sido intermitente y desigual. Un menor costo del crédito puede beneficiar tanto a las familias como a las empresas, al facilitar el acceso a financiamiento y aliviar las cargas financieras, especialmente para las pequeñas y medianas empresas. Además, una tasa más baja puede mejorar la competitividad externa, al depreciar ligeramente el peso frente al dólar, favoreciendo las exportaciones mexicanas en sectores estratégicos como el automotriz, electrónico y agroalimentario.
Sin embargo, esta decisión también implica posibles riesgos. Aunque la inflación general ha dado señales de moderación, los precios de los alimentos, los servicios y la energía aún muestran resistencia a la baja. Un recorte prematuro puede generar un repunte en los precios, afectando a los hogares más vulnerables y complicando el objetivo inflacionario de mediano plazo. A esto se suma el riesgo de que México disminuya su atractivo para los inversionistas internacionales si el diferencial de tasas particularmente con la de Estados Unidos continúa a la baja, lo cual podría generar salidas de capital, presión sobre el tipo de cambio y mayor volatilidad financiera.
A pesar de que el banco central sostiene que la decisión se basa en un análisis técnico del entorno macroeconómico, lo cierto es que el momento elegido puede resultar controversial. Si bien se busca impulsar la dinámica en la economía, aún no existen señales claras de una recuperación sólida, y el entorno global sigue marcado por incertidumbre geopolítica, precios volátiles de materias primas y posibles ajustes en la política monetaria de la Reserva Federal. En este escenario, el Banco de México asume un el riesgo entre apoyar el crecimiento y mantener la inflación.
La tasa en 8% puede ser benéfico para algunos sectores económicos, pero también puede generar vulnerabilidad si las condiciones cambian radicalmente. En tiempos donde la confianza y la estabilidad son claves, una política monetaria eficaz no solo debe ser técnica, sino también prudentes.
Comentarios
Antes de dejar un comentario pregúntate si beneficia a alguien y debes estar consciente en que al hacer uso de esta función te adíeles a nuestros términos y condiciones de uso.