Culiacán, Sinaloa.- El sismo de la noche del 23 de julio hizo que más de uno se sintiera desprotegido, y cómo no, si tuvo una magnitud de 4.6 grados y sacudió la zona norte de Culiacán. Pero esto, aunque parezca nuevo, no lo es.
Este evento no es tan aislado como parece, de hecho, en los últimos 11 años se han registrado al menos 36 sismos en la zona centro de Sinaloa, principalmente entre los municipios de Culiacán y Navolato.
Los más recientes movimientos fueron el que ocurrió la noche del 23 de julio, a las 8:12 de la noche y con epicentro a solo seis kilómetros de la ciudad de Culiacán, cerca del río Humaya y de comunidades como Mojolo, La Guásima y Santa Fe. Luego una réplica llegó apenas 12 minutos después. Aunque el temblor fue corto, se pudo reconocer que esta zona está viva geológicamente hablando.
Según un análisis realizado por Xóchitl Torres Carrillo, doctora en Geología de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), este sismo se originó en una zona tectónicamente activa influenciada por el movimiento de las placas de Norteamérica y del Pacífico.
Estas placas están en constante fricción y son responsables de abrir el Golfo de California. A veces, esa energía se libera en forma de pequeñas -o no tan pequeñas- sacudidas.
Lo que hace especial al temblor del 23 de julio es que no es algo tan común que se sienta en la ciudad de Culiacán, pero tampoco es la primera vez que ocurre.
De acuerdo con el Servicio Sismológico Nacional (SSN), se tiene el registro de por lo menos 5 eventos más muy similares, con sismos mayores a los de 4 grados en los últimos 11 años. Son temblores alineados desde la costa de Navolato hasta la región noroeste de Culiacán, en colindancia con Tamazula, Durango, donde la sismicidad es mayor.
Y sí, aunque no lo parezca, la tierra sí se ha estado moviendo en esta región. Entre 2015 y 2025, se han registrado 36 sismos en la zona centro de Sinaloa, de los cuales 30 fueron menores de 4 grados y otros 6 fueron mayores o iguales a 4 grados.
El año más movido fue 2024, con 9 sismos menores de 4 grados, mientras que 2019 y 2016 también destacan por tener actividad sísmica más intensa, incluyendo sismos mayores.
Y aunque los temblores en esta región no son tan frecuentes como en otros estados -sobre todo al suroeste de México-, la posibilidad de que ocurran existe. Por eso la investigadora de la UAS recomienda monitoreo constante y más estaciones sísmicas en la zona para detectar micro movimientos y entender mejor el comportamiento de esta falla potencial.
Y ciertamente, el sismo de la noche del 23 de julio se sintió fuerte, pero no es una rareza en esta región.
Comentarios
Antes de dejar un comentario pregúntate si beneficia a alguien y debes estar consciente en que al hacer uso de esta función te adíeles a nuestros términos y condiciones de uso.