La tarde del martes 19 de agosto los servicios de Protección Civil del Gobierno del Estado emitieron un aviso preventivo sobre la posibilidad de que actividades climatológicas representaran riesgos para la población, implementando el sistema de alerta oportuna que resulta fundamental para que la población tome las previsiones que corresponden ante estas situaciones.

A pesar de que la naturaleza se mostró benigna con el radio territoral de posible afectación, al no existir pérdidas a lamentar, resalta la acción efectiva de los mecanismos de anticipación a emergencias en los cuales la regla determina que es mucho mejor la exagerada prevención que la desmedida negligencia y descuido en materia de protección a la ciudadanía.

La gran inundación que afecto a Culiacán en septiembre de 2013 debido al impacto de una tormenta de rápida formación derivada del huracán “Manuel” contribuyó a presentar al desnudo los deficientes procedimientos de atención a zonas de desastres, consolidándose desde entonces la mentalidad y voluntad en la población y en los gobernantes en favor de poner a salvo las vidas humanas y de recuperación pronta de la infraestructura citadina y productiva.

Entonces más vale que los sinaloenses conviertan en chistes las alertas fallidas cuando el hábitat amenaza y enseguida se comporta benéfico, a que la ausencia de prevención en las instancias de Protección Civil se traduzca en pérdida de vidas humanas, patrimonios familiares o empresariales devastados y vías de comunicación y servicios públicos inactivos.

Sinaloa debe contar con los instrumentos de prevención y atención de desastres que en temporada de lluvias y de actividad ciclónica son cuestión de vida o muerte, vigilando de manera constante la acción de la biósfera que con el cambio climático y el efecto invernadero suele dar sorpresas desagradables. Si las alertas tempranas aciertan o fallan, es señal de que están funcionando, sabiendo de antemano que se trata de cálculos y no de pronósticos certeros.

Otras editoriales

Policía capaz de proteger a los sinaloenses, vieja exigencia que empieza a ser atendida