M.C. María del Refugio Manjarrez Montero
Vicepresidente del Colegio de Economistas del Estado de Sinaloa.

Sinaloa inició el 2025 con cifras que sorprendieron a nivel nacional. De acuerdo con el Indicador Trimestral de la Actividad Económica Estatal (ITAEE) del INEGI), la entidad registró un crecimiento de 7.0% en el primer trimestre respecto al periodo inmediato anterior, lo que la colocó como el estado con mayor dinamismo económico del país. En la comparación anual, el avance fue de 2.0% frente al mismo trimestre de 2024, impulsado principalmente por un alza de 16.7% en las actividades primarias, mientras que las secundarias retrocedieron 4.4% y las terciarias 0.1%. Sin embargo, especialistas han señalado que este repunte tiene un fuerte componente estacional, pues coincide con la temporada en que se concentran las principales transacciones agrícolas con el exterior, lo que convierte al crecimiento en un espejismo más que en una tendencia consolidada.

El dinamismo económico tampoco se ha reflejado en el comercio exterior. Durante el primer trimestre del año, las exportaciones de Sinaloa alcanzaron apenas 1,329.2 millones de dólares, cifra que representó una caída anual de 9.6% y una participación de apenas 1.0% en el total nacional. Esta debilidad exportadora refleja que el motor agrícola, aunque fuerte en términos de producción interna, no logra traducirse en una mayor presencia en los mercados internacionales.

En el ámbito laboral, las cifras son todavía más preocupantes. De acuerdo con el Consejo para el Desarrollo Económico de Sinaloa (CODESIN), entre enero y junio de 2025 se perdieron 10 mil 376 empleos formales en el estado, de los cuales 7 mil 842 correspondieron a Culiacán. El mismo reporte detalla que 2 mil 904 mujeres y 7 mil 472 hombres se quedaron sin empleo, lo que refleja un impacto desproporcionado en la población masculina y evidencia que el crecimiento económico trimestral no se tradujo en oportunidades para la fuerza laboral.

El ingreso de remesas, uno de los pilares del consumo en los hogares, también mostró un desplome considerable. Según cifras del Banco de México, entre enero y junio llegaron a Sinaloa 360 millones de dólares, frente a los 483.4 millones del mismo periodo de 2024, lo que implica una contracción de 25.5%. La participación de la entidad dentro del total nacional pasó de 1.5% a 1.2%, lo que significa menos recursos circulando en la economía local y una reducción directa en la capacidad de gasto de miles de familias.

A este panorama se suma la crisis hídrica. El sistema estatal de presas se mantiene apenas en un rango de 20 a 23% de llenado, muy lejos del 60% mínimo que se requiere para garantizar un ciclo agrícola regular. De no mejorar las condiciones de almacenamiento en los próximos meses, la siembra de granos y hortalizas para 2026 estará severamente comprometida, afectando la estabilidad del sector productivo más importante del estado.

El turismo ha sido una de las pocas notas positivas. En Mazatlán, durante el primer semestre arribaron 58 cruceros que movilizaron a más de 209 mil pasajeros y generaron una derrama estimada en 326 millones de pesos. Aunque este sector aporta dinamismo y empleo, su capacidad para compensar las caídas en remesas y exportaciones es limitada.

A nivel nacional, la inflación se ubicó en 3.51% anual en julio y en 3.44% en la primera quincena de agosto, el nivel más bajo desde 2020. Este alivio ha dado cierto respiro a los bolsillos, pero en Sinaloa su efecto es insuficiente para revertir el impacto del desempleo y la disminución de remesas.

En medio de este escenario de contrastes, con una economía que muestra un crecimiento récord en las estadísticas trimestrales pero que enfrenta serias debilidades estructurales, se vuelve urgente abrir el diálogo sobre el rumbo de la agricultura y la economía de Sinaloa. Por ello, este sábado se invita a la ciudadanía al Auditorio de la AARC, a las 10:00 de la mañana, donde se llevará a cabo un conversatorio para analizar de manera conjunta la agricultura que definirá el futuro de Sinaloa.