Por Perimetral y Jade Ramírez
Foto: IM-Defensoras

Leer el reciente documento de la Iniciativa Mesoamericana de Mujeres Defensoras de los Derechos Humanos (IM-Defensoras), implica situarse en un estado de urgencia que no tiene revés ni matices.

La cifra es clara y confiable, pues detrás del documento Que buscar verdad y justicia no nos cueste la vida, hay trabajo cuidadoso de registro, documentación, revisión como análisis geopolítico, de agresiones que denuncian a nivel individual como colectivo, mujeres vinculadas a la comisión de delitos en un contexto de defender el cuerpo, el territorio, lo propio y lo comunal.

15 años mapeando la ofensiva contra el derecho a defender

Desde el año 2012 que surge la entidad IM-Defensoras se propuso de manera permanente, documentar, no ignorar, los ataques.

Los ataques ascienden a agresiones cuando son <<acciones violentas que atentan contra la dignidad e integridad de una o varias defensoras o de sus organizaciones en un determinado periodo de tiempo, pudiendo ser físicas, emocionales, espirituales y psicológicas, directas o indirectas.>>

Contar no es solo lo que se hace, también, un análisis de género sobre la violencia ejercida contra la diversidad de mujeres y disidencias sexo-genéricas que defendemos derechos humanos en Mesoamérica.

El primer gráfico de la separata que provoca este reporte, indica el perfil de las víctimas relacionado con su actividad desprendida de un derecho que todas tienen: exigir justicia, verdad y reparación de daño.

El 23 por ciento de un global de 8 mil 454 agresiones, el motivo del ataque -desde fuentes de riesgo claramente identificables-, es su labor defendiendo territorios, bienes naturales, comunidades, ante obras y megaproyectos.

El 14% se relaciona con el derecho a la información y la libertad de expresión, ejercicios iniciados o medios de comunicación o acciones directas.

El mundo por el que luchamos es diametralmente opuesto al que pretenden imponernos y, por ello, nuestra labor pone en riesgo los intereses de los poderosos.

Entre la opacidad y contrainsurgencia del Estado

La separata que se invita a leer con detenida atención, no pierde de vista la importancia de nombrar las razones por las que suceden los ataques y, por supuesto que se trata de una opresión histórica y estructural, pero también, de un proyecto activo del sistema neoliberal convertido en necro-capitalismo, que no avanza si no tiene controlados los territorios y eso sucede cuando se implanta terror desde los cuerpos feminizados, pues son los primeros que despiertan ante un acto de injusticia.

<<En Mesoamérica seguimos atrapadas en un modelo económico, político y cultural heredado de la colonia, que no ha hecho más que perpetuar opresiones estructurales. Este sistema sostiene una continuidad histórica de violencias patriarcales, capitalistas y racistas que recaen sobre los cuerpos y territorios de las mujeres. Hoy, en plena crisis global provocada por este modelo de muerte, nuestra región enfrenta un recrudecimiento de las desigualdades, la pobreza, la violencia y los efectos devastadores del cambio climático. Los poderes que lucran con este orden impuesto solo saben responder con represión, fuerza y violencia, en un intento desesperado por contener nuestro poder colectivo>>, explican.

La portada del informe amplio, es el rescate de un joven en Sayula, Jalisco, México, que reclutado por un grupo delincuencial -de esos que operan bajo la protección de policías municipales, estatales y federales bajo el mando de todos los Partidos políticos- que ha diversificado su existencia.

En el siglo XX1 trafican vidas, mano de obra con fines delictivos, sostienen comercios legalizados, desaparecen, asesinan, exterminan y regulan la aplicación de la ley en barrios como pequeñas comunidades.