Culiacán, Sin.- En un contexto donde la violencia permea la vida cotidiana de niñas, niños y adolescentes, las secundarias públicas de Culiacán y Navolato firmaron el Acuerdo de la Educación para la Paz, en colaboración con SUMA, Sociedad Unida I.A.P. La iniciativa coloca a los jóvenes en el centro de la construcción de entornos seguros, apostando por la organización escolar como semilla de cambio social.
El acuerdo es respaldado por la Secretaría de Educación Pública y Cultura de Sinaloa, así como por organismos de la sociedad civil, universidades, empresarios, activistas sociales y dependencias gubernamentales. El objetivo: articular esfuerzos para que la paz deje de ser un discurso y se convierta en una práctica cotidiana dentro y fuera de las aulas.
Un modelo que busca transformar desde la adolescencia
El modelo de intervención de SUMA consta de cuatro etapas que se implementarán a lo largo del ciclo escolar:
- Súmate por la Paz. Estrategia de sensibilización dirigida a todo el alumnado sobre empoderamiento, ciudadanía activa y cultura de paz. Se proyecta alcanzar a más de 19 mil adolescentes en 59 secundarias públicas de Culiacán, Navolato y sus sindicaturas.
- Líderes de Paz. Formación de estudiantes voluntarios como agentes de cambio en sus comunidades educativas. La meta para 2025-2026 es preparar a 1,140 líderes juveniles.
- Murales por la Paz. Una apuesta por el arte como vehículo de transformación, con la creación colaborativa de 171 murales entre agosto y diciembre, rumbo a una meta anual de 500.
- Área de Seguimiento. La novedad de esta edición: un espacio para garantizar la continuidad de las acciones y mantener activas a 100 comunidades educativas con la participación de líderes de paz ya formados.
De resultados a futuro
El ciclo anterior, SUMA logró llegar a 13 mil 458 alumnos de 55 escuelas secundarias, donde se formaron 569 adolescentes líderes que impulsaron 38 acciones positivas dentro de sus planteles y comunidades. Las cifras, aunque alentadoras, también muestran la dimensión del reto: consolidar una red juvenil que resista a la normalización de la violencia.
Este nuevo acuerdo representa un paso más en la construcción de una sociedad más cohesionada, donde las juventudes no son solo testigos, sino protagonistas de la transformación. La apuesta es clara: si la violencia se aprende, también la paz puede enseñarse y replicarse.
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