Con la suspensión de la fiesta que fue planeada para amenizar la ceremonia del Grito de Independencia en Culiacán, el gobernador Rubén Rocha Moya da muestras de sensibilidad de cara a la controversia de unos a favor y otros en contra del evento patrio, de igual manera que refleja el mosaico de sentimientos y reclamos debido a la situación de violencia por el enfrentamientos entre grupos del narcotráfico.

Seguramente la posibilidad de la cancelación se mantendría hasta el último momento y los sucesos de inseguridad ocurridos en Culiacán y Altata durante el fin de semana inclinaron el análisis hacia el riesgo en que se pondría a las familias que acudirían a la explanada de palacio de gobierno, no obstante el gran operativo militar y policial instrumentado.

De cualquier forma, los mismos que exigían a Rocha Moya la anulación del festejo de esta noche lo acusarán hoy de falta de carácter para sostener el ritual por el aniversario del inicio de la gesta independentista, mientras que a los sinaloenses concentrados en cómo salir de esta crisis nos corresponde gritar vivas a la lucha que libramos por la paz, desde cualquier lugar o circunstancia en que nos encontremos.

La movilización de la sociedad ha dado evidencias de que ningún habitante de esta tierra ajustado a la ley, respeto y valores está de brazos cruzados en días y noches en que el miedo domina en los hogares por el peligro de que el salvajismo de los sicarios alcance a uno de los nuestros o dañe los patrimonios logrados durante años de esfuerzos lícitos.

Existen motivos para gritar que vivan Sinaloa y México al margen de protocolos que homenajean a los próceres de la independencia y que en el mejor de los casos son ejemplos a imitar en la jornada ciudadana por la reconstrucción de lo que el crimen ha derribado. Proclamemos esta noche desde el silencio de nuestros encierros, el heroísmo de sinaloenses que salen a la calle y dan la cara en la batalla cívica a favor de la paz positiva y duradera.