M.C. María del Refugio Manjarrez Montero
Vicepresidenta del Colegio de Economistas del Estado de Sinaloa.
Este inicio de mes, la inteligencia artificial (IA) se ha consolidado como narrativa dominante del crecimiento global. Los mercados bursátiles reaccionan a cada anuncio de inversión en centros de datos o semiconductores, mientras gobiernos y consultoras difunden la idea de una “revolución tecnológica” en curso. No obstante, la brecha entre expectativa y realidad invita a la cautela. En Estados Unidos, la inversión privada en IA alcanzó los 109 mil millones de dólares en 2024, un récord histórico; sin embargo, su impacto aún no se refleja con claridad en el producto interno bruto (PIB), lo que sugiere que buena parte de este auge responde más a expectativas financieras que a productividad efectiva (Stanford HAI, 2025; Business Insider, 2025).
México enfrenta un panorama todavía más desafiante. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ajustó en septiembre su previsión de crecimiento para 2025, de 0.4 % a 0.8 %, después de haber anticipado meses antes una posible recesión (OCDE, 2025). A pesar de la ligera mejora, se trata de un crecimiento débil, condicionado por bajos niveles de inversión, tensiones en el T-MEC y la ausencia de infraestructura tecnológica y energética que permita al país integrarse de manera competitiva a la ola de innovación digital.
El problema central es que México corre el riesgo de convertirse en consumidor pasivo de tecnologías importadas, sin capacidad propia para capturar valor agregado. La falta de marcos regulatorios claros y de políticas de formación de capital humano obstaculiza la generación de un ecosistema innovador. Además, gran parte del uso de IA en el país opera en espacios informales (usuarios adoptando herramientas digitales sin soporte institucional) lo que resta trazabilidad y limita impactos productivos sostenibles (Artificial Intelligence News, 2025).
El escenario global tampoco es exento de riesgos. La presión energética de los nuevos centros de datos amenaza compromisos de descarbonización, mientras que la concentración de capital en un sector recuerda episodios de burbujas financieras pasadas. Aunque consultoras como McKinsey estiman que la IA generativa podría añadir entre 2.6 y 4.4 billones de dólares anuales a la economía global, esa cifra depende de un proceso aún incierto de adaptación tecnológica y organizacional (McKinsey & Company, 2023).
México necesita definir una estrategia activa que combine regulación temprana, inversión pública estratégica y fortalecimiento institucional. De lo contrario, la “era de la IA” podría convertirse en una promesa ajena, mientras el país permanece atrapado en un modelo de bajo crecimiento y dependencia externa.
Comentarios
Antes de dejar un comentario pregúntate si beneficia a alguien y debes estar consciente en que al hacer uso de esta función te adíeles a nuestros términos y condiciones de uso.