La renuncia del secretario de Economía, Ricardo Velarde; el enroque donde Feliciano Castro deja la Secretaría de Gobierno y asume la de Economía, así como la salida del Gabinete de María Inés Pérez, secretaría del Bienestar, representan la peor sacudida que el gobernador Rubén Rocha Moya le haya dado a su equipo de trabajo desde que asumió el cargo el 1 de noviembre de 2021.

Sin embargo, dadas las condiciones en que ocurren los cambios, también representan una crisis institucional que apremia al mandatario estatal a fortalecer la administración pública estatal para transitar los últimos dos años del sexenio, complicados además por la violencia que deriva del choque entre narcotraficantes que integran el Cártel de Sinaloa.

La renuncia del “Pity” Velarde sucede cuando establecimientos propiedad de este empresario metido a político son involucrados en casos de desapariciones forzadas donde las víctimas son turistas que visitan Mazatlán, tema que fue abordado ayer en la reunión que el Gabinete de Seguridad Nacional sostuvo con empresarios del sur de Sinaloa.

El desplazamiento de Feliciano Castro, al ser removido del segundo cargo más importante del Gobierno del Estado para designarlo al frente de la Secretaría de Economía, tiene connotación e implicación política que delatan signos de ingobernabilidad debido a que duró poco más de un año en el desempeño del puesto donde realmente ejerció como vocero en temas relacionados con la narcoguerra en curso sin dejar huella relevante de la posición superior que le correspondía en el Gabinete.

En cuanto a Pérez Corral,  su renuncia tendría relación con el contexto en el cual Revista Espejo realizó un ejercicio de verificación que demostró que las despensas que distribuye la Sebides son adquiridas a sobreprecios en relación a los costos de los mismos productos que están a la venta al público en general. El caso es que las renuncias, enroques o reacomodos muestran una de tantas crisis en que está inmerso Sinaloa.