Culiacán también tiene su propia historia de “brujas”, aunque no al estilo de Salem. En 1627, la entonces Villa de Culiacán fue escenario de una investigación de la Santa Inquisición, motivada por rumores de hechicería y prácticas consideradas “sospechosas” para la época.

Lo curioso es que no se trató de un caso aislado. La Inquisición citó a toda la población mayor de 14 años, advirtiendo que quien no se presentara sería excomulgado. En una comunidad de apenas cien habitantes, eso significaba prácticamente llamar a toda la villa.

Las principales señaladas fueron curanderas y parteras, mujeres conocidas por preparar remedios con hierbas, raíces y elementos locales. Para la comunidad, eran figuras necesarias; para el Santo Oficio, su conocimiento podía interpretarse como magia.

Más aún cuando en declaraciones admitieron trabajar tierra de panteón y otras mezclas, que hoy en día podríamos considerar medicina de la época, sin embargo, en aquel entonces ya era prueba de que trabajabas para el chamuco.

A eso se sumaron rumores de avistamientos paranormales y compartamientos extraños relacionados a las acusadas; más que actos de brujería, reflejaban miedos colectivos y creencias que convivían con la vida diaria en una villa pequeña.

A pesar de la magnitud del proceso, la resolución fue inesperadamente simple: no se encontraron pruebas suficientes y las mujeres fueron absueltas. El caso se cerró sin castigos públicos ni sentencias ejemplares.

Consulta más información en la nota: El paso de la Santa Inquisición por la Villa de Culiacán

 

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