Culiacán, Sin.- En Culiacán, donde se concentra más del 50 por ciento de las muertes por siniestros viales en el estado, especialistas, periodistas y activistas coincidieron en que la prevención debe comenzar por un cambio cultural: dejar de llamar “accidentes” a hechos que son prevenibles y cuya gravedad repercute no solo en la movilidad, sino en la vida emocional de cientos de familias, muchas de ellas marcadas por la falta de justicia para las víctimas.
Durante el foro “Memoria y Acción por las Víctimas de Siniestros Viales”, realizado por la organización MAPASIN, las y los participantes señalaron que los siniestros viales representan un problema de salud pública que en Culiacán alcanza niveles críticos, pues quienes se ven involucrados, peatones, ciclistas, motociclistas o automovilistas, enfrentan un alto riesgo de mortalidad en comparación con otras ciudades del país.
“En un siniestro vial en Culiacán tienes un mayor riesgo de mortalidad que en otros estados donde incluso hay una mayor frecuencia de siniestros viales. Eso llama mucho la atención: las cifras rondan entre el 69 y el 70 por ciento”, señalaron.
Hasta el momento, en 2025 se han registrado 22 fallecimientos en el lugar de un siniestro vial. Motociclistas, conductores y peatones concentran la tasa más alta de víctimas.
Esta situación, advirtieron, no se explica únicamente por factores técnicos o de movilidad, sino también por la falta de educación y concientización en el uso del espacio público.
José Miguel Mora Rodríguez, licenciado en Psicología por la Universidad Autónoma de Sinaloa, destacó que cada muerte en las vialidades deja detrás familias que atraviesan duelos profundos, prolongados y, con frecuencia, no atendidos. Explicó que estos procesos no son lineales y pueden extenderse por meses o incluso años, afectando la vida cotidiana, las relaciones y la salud mental de quienes pierden a un ser querido en un hecho tan repentino como lo es un siniestro vial, y, en varios casos, son atormentados por una noción de falta de justicia para sus víctimas, solo logra el 1 por ciento de las víctimas viales logra llegar a juicio.
“Si no existe concientización, no puede haber intervención”, subrayó.
EL ACTIVISMO QUE PUEDE NACER DEL DOLOR
El 18 de diciembre de 2020, la vida de Esther Soto cambió para siempre cuando su hermana, Gabriela Soto, fue atropellada por un chofer de transporte público que competía con otra unidad en Oaxaca. Aunque “Gabi”, paramédica, permaneció consciente durante varios minutos y pidió que activaran el 911, la ayuda tardó en llegar y el operador del autobús huyó tras verla con vida.
Lo que siguió fue una cadena de revictimización: la empresa negó los hechos, insultó a Esther y trató de persuadirla para que desistiera, mientras que en la Fiscalía un agente del Ministerio Público le dijo que “estos accidentes pasan todos los días” y que lo mejor era enterrar a su hermana y seguir adelante.
“Entonces, sin darme cuenta, empezó a nacer en mí una pequeña activista. Comencé a reclamar justicia, porque todo lo que ocurrió aquel viernes me estaba marcando y anunciando lo que vendría después. No sabía cuánto tiempo pasaría hasta encontrar a esta persona, pero entendí que no podía quedarme callada”, relató.
Esther convirtió su duelo en acción. Investigó por su cuenta, enfrentó amenazas y llevó el caso a juicio, algo que según la estadística pocos logran, hasta conseguir la aprehensión del responsable.
De ese proceso surgió Gabi BiciBlanca, un colectivo que coloca bicicletas blancas en los puntos donde falleció una persona por un siniestro vial a manera de protesta y concientización, capacita a operadores del transporte y acompaña a otras familias que enfrentan la violencia vial.
Aunque el asesinato de “Gabi” ocurrió en Oaxaca, Culiacán también ha tenido impactos significativos en su cultura vial debido a muertes en el tránsito. La instalación de pasos peatonales ha buscado prevenir más tragedias.
De acuerdo con información de ESPEJO, en la capital sinaloense estos cruces peatonales han servido como monumentos de memoria. Muchas de sus ubicaciones han sido seleccionadas estratégicamente en lugares donde han ocurrido siniestos viales que, en algunos casos, terminaron con la vida de una persona.
Los cruces peatonales, diseñados para asegurar el paso seguro de peatones, llevan el nombre y cargan con la memoria de una víctima de la vialidad de Culiacán.
La prevención, advierten, no depende solo de infraestructura o campañas aisladas, sino de un cambio cultural que deje de normalizar la violencia vial. Un cambio que, de no llegar, seguirá escribiendo la misma historia en las calles de Culiacán

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