Sinaloa.- Culiacán, una ciudad que históricamente ha sido cuna de diversas expresiones culturales y gastronómicas, ahora se encuentra inmersa en un fenómeno emergente que ha capturado la atención de propios y extraños: la narcocultura, una tendencia, marcada por la búsqueda de exclusividad y opulencia que está dejando su huella en diferentes ámbitos de la vida cotidiana en la ciudad.

Recientemente, los ciudadanos son testigos del surgimiento de nuevos mercados inaccesibles para la persona promedio, donde el lujo y el derroche de dinero son la norma. Según Anajilda Mondaca Cota, especialista en Ciencias Sociales y Humanidades, esta dinámica refleja una búsqueda de reconocimiento social dentro de círculos vinculados al narcotráfico, donde el exceso se convierte en sinónimo de estatus.

Un ejemplo palpable de esta tendencia es el restaurante Vicentillos Prime, que ha irrumpido en el mercado gastronómico de Culiacán que ofrece platillos exquisitos y exclusivos. Entre sus propuestas más destacadas se encuentra el Wagyu certificado como Kobe Beef, una de las carnes más costosas y apreciadas a nivel mundial, que solo se sirve en diez establecimientos en todo México. Con un precio de $2,800 pesos por 400 gramos, este deleite culinario se presenta a las brasas con un garnish, romero fresco y sal del Himalaya, lo que eleva la experiencia gastronómica.

Pero el lujo no se detiene ahí. El restaurante también ofrece un rollo de sushi revestido en láminas de oro, con precios que alcanzan los $797 pesos por ocho piezas. Además, un sashimi de tres pescados: atún, salmón y hamachi, decorado con hojuelas de oro, se ofrece por $700 pesos, lo que agrega un toque de exclusividad a la experiencia culinaria.

Sin embargo, esta tendencia no se limita únicamente a restaurantes de lujo. Productos como un New York Cheesecake cubierto de dulce de leche y hojuelas de oro, se lanzó recientemente por una repostera local a un precio de mil pesos, lo que demuestra cómo el lujo se ha infiltrado en cada aspecto de la vida cotidiana en Culiacán.

David Moreno Candil, experto en psicología social, señala que este fenómeno refleja una cultura de consumismo y materialismo extremo, donde el valor personal se asocia directamente con la capacidad de gastar grandes sumas de dinero. Esta mentalidad, arraigada en la sociedad culiacanense, ha generado una economía paralela basada en el derroche y el ostentoso despliegue de riqueza.

A pesar de las críticas y la polémica que rodea a estos productos y establecimientos de lujo, el atractivo del oro como símbolo de poder y distinción sigue siendo innegable. Más allá de su falta de sabor, el oro agrega un toque de exclusividad y extravagancia a los platos, convirtiéndolos en verdaderas joyas gastronómicas.

“Todos estos negocios que de repente salen de la nada, o toda esta cuestión del lavado de dinero que existe, de esta economía burbuja aquí en Culiacán, donde hay muchas plazas carísimas, que luego nadie va, pero que se mantienen. Porque si vas allí, pues dices lo puede pagar, esto desde el aparentar ser está muy de la mano de esta necesidad de ser reconocido, y lamentablemente lo que tenemos que preguntarnos es porque este reconocimiento está tan atravesado por la posesión material”, cuestiona.

 

El investigador del departamento de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de Occidente (UAdeO) menciona que se ha creado y se ha potenciado esta idea de que para valer algo tienes que poder pagarlo, de hecho, también aquí es muy común que a la gente no le pese, o se vea mal que uno se queje por el precio de alguna cosa, o incluso cheque las cuentas en los restaurantes para ver si está bien, eso es algo mal visto y se cuestiona como ciudadano ¿no lo puedes pagar o qué? y eso tiene que ver con que se ha arraigado que el estatus viene dado por su capacidad de poder tirar dinero.

Finalmente, los expertos en Ciencias Sociales coinciden en que hay cuestionamientos que merecen una reflexión profunda en medio de este floreciente fenómeno de la narcocultura en Culiacán sobre el impacto de esta obsesión por el lujo y la ostentación en la sociedad culiacanense. ¿Qué valores se están promoviendo al glorificar el derroche desmedido de dinero? Y si es realmente el reconocimiento social sinónimo de posesiones materiales.

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