¿Qué quisieras hacer cuando cumplas 80 años?, yo como Martha, quisiera poder tirarme de un paracaídas. Llegar a tan célebre edad con tan valiente deseo, sólo puede dar fe de tremendo ímpetu, ánimo, salud, fuerza, libertad, atrevimiento, así que podemos vislumbrar cierta felicidad en ese lanzarse al vacío. No lo hizo, no la dejaron los jóvenes de su casa. Le dijeron que ya lo había hecho hacía cinco años, pero hacerlo a los 80 implicaba otros riesgos. Práctica como es, estuvo de acuerdo. Mas su esencia creadora le impide cruzarse de brazos y sentarse a ver pasar la vida. Siguió pintando —ella es de las pocas personas que aún pintan exvotos—, escribiendo y publicando en antologías. Sin más, el día llegó, y ahora que cumple sus 87 años lo celebra presentándonos su primer libro de cuentos ¿Y si regresa esta noche? Si al leer esta nota no ha pasado el domingo 8 de septiembre, 12:00 hrs, puedes asistir a la librería U-Tópicas, en el mero centro de Coyoacán, y escuchar de viva voz lo que Martha Aguilar nos cuenta en sus historias.

Quienes conocemos el estilo sencillo y directo de Martha Aguilar, apreciamos además el cambio de tuerca que presentan todos sus textos en la última línea de sus historias. Algo que disfruto en su narrativa es cierta ternura salvaje que se esconde en gestos minuciosos. En sus textos no existe pedantería. No hay timidez. No hay moralejas.

No hay sentencias para nadie. No hay juicio. Lo que sí se destaca es una sutileza, de apariencia descuidada, que denuncia sin aspavientos, por ejemplo, el abuso y la trata infantil, la prostitución, el sometimiento, la obsesión, el feminismo panfletario; ese que no llega a las mujeres de entornos periféricos, ese sitio anulado donde una mujer no sabe que existen los anticonceptivos.

 

La autora creció en el emblemático barrio de Coyoacán. Ella era una niña cuando Frida Kahlo y Diego fueron sus vecinos; Frida les daba miedo, le decían la bruja. Cuenta que en su casa había unos perros pelos que los correteaban hasta que estaban a salvo en casa del abuelo. Cuentos costumbristas, como este de La bruja y La cabaña, se encuentran en ¿Y si regresa esta noche?, pero también están los de denuncia, ese que —con la inocencia y frescura propia de su estilo— narra el abuso y la trata infantil dentro de los túneles en las calles de Coyoacán. También están cuentos del gato que vivía con los Núñez en Polanco, el de Las mujeres caídas (en la España de Franco), la madre que olvidó a su hija en el shopping, la mujer con doctorado que tuvo el sueño erótico más inimaginable…

Un día, Martha y yo tomamos un café y le dije que me diera el secreto para vivir plena, animosa y feliz. Le dije que yo también quería llegar a los 80 años queriéndome tirar de un paracaídas como ella. Me dijo: “ponte lentes rosas y que se te resbale todo lo que no vale la pena”. Así que, compré mis lentes rosas en recuerdo de ese día. Quisiera llegar a la edad de Martha y decidir que tengo, al menos, una historia interesante que contar. María Rosa Martha Aguilar y Rosas sí existe y todos sus nietos sí tienen abuela. Esa verdad podrán descubrirla en las últimas páginas de ¿Y si regresa esta noche? (U-Tópicas, 2024). ¡Enhorabuena!, Martha Aguilar, eres inspiración y vida. ¡Enhorabuena!

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