Advertencia legal. Usted puede ir al infierno si lee este escrito (suponiendo que no lo haya hecho ya por sus propios méritos). Lo digo porque algunas de mis fuentes son apócrifas e incluso prohibidas por la Iglesia. Se le advirtió.

Antecedentes del caso. Si usted es devoto católico o incluso asistente ocasional a misa es posible que haya escuchado que, entre su muerte y resurrección, Jesús bajó al Infierno. La primera epístola de san Pedro, en la sección titulada La Resurrección y el Descenso a los Infiernos, nos dice que Cristo en espíritu fue a predicar a los espíritus encarcelados. La Biblia es parca en cuanto a la descripción de tal proeza.

Pero entre los Evangelios Apócrifos, las denominadas Actas de Pilato contienen un apartado llamado Descensus Christi ad Inferos que muestra una versión más detallada de lo ocurrido ya que recoge el testimonio de dos gemelos fallecidos en Arimatea, Karino y Leucio, quienes han vuelto a la vida tras la visita del nazareno al inframundo.

De acuerdo con su relato, la llegada de Jesús fue precedida por una gran luz que alborotó a los espíritus encarcelados, entre ellos Adán y Eva, Abraham, Isaías, Juan el bautista e incluso el rey David. Pero Lucifer no está nada complacido con la indeseada visita y le pide a Hades que fortifique el infierno. Hades le recuerda que, si nada pudieron hacer con Lázaro, ahora también será inútil presentar batalla.

Jesús se planta en la entrada del averno y demanda que se abra. Adentro Lucifer enfrenta una revuelta de patriarcas. De pronto el infierno comienza a temblar y las puertas de la muerte se rompen. El Diablo, confuso y decaído, es encadenado para ser arrojado después al tártaro bajo la vigilancia de Hades, quien de seguro le ha de haber susurrado: te lo dije. Jesús termina por liberar a muchos de los espíritus encarcelados.

Como señal de su victoria, Jesús deja una cruz en el infierno para que ningún demonio pueda retener a ningún inculpado absuelto por él. El Diablo está derrotado ¿o no?

Demanda y juicio. ¡Ah, pero la cosa no se iba a quedar así! De acuerdo con la obra Ligatio Christi cum Belial sive Consolatio peccatorum (1382), Lucifer junto con su abogado, el demonio Belial, se presentan ante el rey Salomón para que admita la demanda civil contra Jesús por haberse entrometido en sus dominios al haber descendido al infierno y desposeerlo de los espíritus que custodiaba, al haberlos liberado.

Sin entrar en mucho detalle, podemos asumir que, en lugar de adelantar el apocalipsis, el Diablo prefiere recurrir a las vías legales y presentar su reclamo ante una corte celestial, de la cual tiene razones para asumir que no cuenta con su simpatía y corre el riesgo de ni siquiera ser escuchado.

Finalmente, Salomón admite a trámite la acción legal. Por la parte demandada Jesús nombra a Moisés como su abogado. Después de las mociones, audiencias previas y la convocatoria de testigos, se dicta sentencia en favor de Jesús, quien resulta absuelto.

Apelación. Pero Lucifer no se rinde. Ni tardo ni perezoso se presenta ante el patriarca José de Egipto y moviendo su colita se postra para suplicarle que una instancia superior revise la sentencia. José accede, él mismo presidirá la audiencia. De nueva cuenta la decisión es contraria a Lucifer, pues se declara que Jesús no incurrió en transgresión al haber bajado al infierno y liberado las almas.

Arbitraje. A pesar del segundo fallo en su contra, Lucifer no se desanima y solicita un arbitraje para zanjar el asunto en forma definitiva. Se designan árbitros al emperador Octavio, al filósofo Aristóteles y a los profetas Jeremías e Isaías. Ellos confirman la decisión de Salomón en el espíritu de la equidad canónica: Jesús tenía un derecho a aquellas almas en el infierno, porque Satanás nunca fue su legítimo dueño.

Pero, además, para satisfacción del Diablo y sus demonios, se decide que, llegado el día del Juicio Final, él también recibirá su parte de ánimas y tendrá derecho a tomar posesión de las almas de los injustos, de quienes resulten condenados al final de tiempo.

Tal vez lo más escalofriante de este relato medieval es saber que el Diablo tiene un trabuco legal de endemoniados abogados que no solo te van a castigar, sino que te van a llevar hasta la última de las instancias con tal de salirse con la suya.

Así que, a arrepentirse ahora que es semana santa, que nada les cuesta portarse bien.

 

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