México.- Ellos eran niños, todavía se les veía el brillo de inocencia en la cara como se le ve a una niña o niño cuando hace una travesura, solo que esta vez era con armas, pistolas de verdad, de esas que hieren y matan.

Tenían entre los 13 y 18 años, pero ya hablaban como adultos. Los reclutaron para amenazar, golpear, quitar carros a quien se encontraran por las calles y hacer barricadas en Culiacán.

“¡Bájate o te vamos a chingar!”, gritaban y se reían como si fuera un juego, como ese de las escondidas, en el que una persona cuenta hasta 10 mientras que las demás se esconden y cada vez que se hace el hallazgo de una o uno se debe gritar tan fuerte para dejar claro que ahí está. Pero estas no eran escondidas, sino un movimiento criminal en el que usaban niños para tratar de evitar la detención de un líder criminal llamado Ovidio Guzmán López el 5 de enero de 2023.

Esta historia no es sobre ese criminal, sino sobre los niños y adolescentes que estuvieron ahí y los que han sido reclutados de manera forzada para trabajos criminales.

Ese día les dieron armas como el pago de una jornada larga y violenta, aunque no supieran usarlas.

Un muchacho que viajaba junto con otro en una motocicleta le ordenó a un hombre que parara mientras caminaba por la carretera. Le dijo que le diera su mochila mientras lo amenazaba con el estuche de la pistola. Aún no la desenfundaba, solo alzó la voz junto con los brazos y la funda para amenazar.

“¡Deja ahí la mochila y hazte para atrás!”, gritaba el muchacho mostrando la funda del arma.

Esa escena se repitió por todo Culiacán: niños y adolescentes jugando a ser soldados, secuestrados en una guerra sin estar preparados para matar, solo convertidos en arietes armados con permiso para disparar. Se transformaron en máquinas de guerra. Les dieron las armas a cambio de su inocencia.

El destino final de esos niños es la muerte.

LAS ARMAS QUE ESTÁN EN LAS CALLES

En México circulan alrededor de 17 millones de armas. Eso se puede traducir en que 1 de cada 5 personas en el País tienen un arma, aunque no necesariamente de forma legal.

“Esto significa que cualquier persona puede tener un arma y se puede ver en los altos índices de feminicidio o que los niños ya están llegando a las escuelas con armas”, expresó Juan Martín Pérez García, coordinador de Tejiendo Redes Infancia en América Latina y el Caribe, en entrevista.

El Instituto Internacional de Paz de Estocolmo estima que Estados Unidos destina más de 340 mil millones de dólares al año para el desarrollo, producción e instrumentación de armas, lo cual lo convierte en el país armamentista más grande del mundo, por encima de Rusia y Alemania.

De las 100 empresas fabricantes de armas con mayores ganancias, 45 se encuentran en Estados Unidos.

En ese país no hay clandestinidad en la venta de armas, sino que pueden adquirirse en anaqueles. Incluso las han tenido en supermercados de la cadena Walmart, aunque para comprarlas hay requisitos específicos, como ser ciudadano estadounidense.

Los fabricantes de armas tienen tiendas por toda la frontera con México. Se calcula que hay algo más de 12 mil establecimientos de venta de armas de alrededor de 100 mil permisionarios que las venden legalmente en todo el territorio de Estados Unidos.

Corrientes de tráfico transnacional de armas de fuego que afectan a América Latina y el Caribe. Crédito: Oficina de Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito
La Secretaría de Relaciones Exteriores prevé que el 47 por ciento del consumo de armas en Estados Unidos es hecho por mexicanos. Es así que llegan aquí, aunque para cruzarlas por la frontera implica otro proceso, uno que se vuelve ilegal, pero presente.

Para 2011, México se convirtió en el quinto país en el mundo con mayor tráfico ilegal de armas, de acuerdo con la Oficina de Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (ONUDC).

¿Cómo ver ese tráfico de armas?

Hay un ejemplo que se puede observar en Sinaloa cada fin de año. Hay una tradición de muerte, en la que centenas de personas toman sus armas y disparan al cielo simulando que son fuegos artificiales, pero mortales.

Apenas el 1 de enero de 2023 se reportó que cinco personas fueron heridas y un niño murió a causa de “balas perdidas”.

Este mapa se creó con datos de reportes oficiales, notas de prensa y denuncias públicas sobre los sucesos de la noche del 31 de diciembre del 2022 y la madrugada del 1 de enero del 2023.

Para los cálculos de la ONUDC se utilizan las bases de datos de los países y estados con campañas de canjes y aseguramientos de armas de fuego.

En Sinaloa quien lleva ese conteo es el Secretariado Ejecutivo del Sistema Estatal de Seguridad Pública (SESESP), que ha documentado hasta 24 mil 881 armas en un periodo de 21 años, entre 2001 y 2022.

RECLUTAMIENTO FORZADO DE NIÑAS Y NIÑOS

Todas estas armas en las calles provoca algo denominado “violencia armada”, como lo definió Juan Martín Pérez García, coordinador de Tejiendo Redes Infancia en América Latina y el Caribe, y esto tiene también un efecto dominó hacia las niñas, los niños y los adolescentes.

“La violencia armada como categoría te permite nombrar otros hechos, particularmente esto que se llama reclutamiento forzado”, expresó el activista y académico.

“Cuando hablamos de forzado, por supuesto que habrá muchos que digan ‘yo voluntariamente quiero participar’, pero hablamos de forzado en el derecho internacional de los derechos humanos, porque ningún niño, niña y adolescente puede participar en hechos armados porque eso viola sus derechos y también los estados que lo permiten están violando los derechos internacionales”.

Ese reclutamiento forzado no es otro sino la participación de niñas, niños y adolescentes en actividades criminales, como lo que ocurrió el 5 de enero del 2023 en Culiacán.

Esos niños, niñas y adolescentes son reclutadas de tres maneras:

Son hijos o hijas de familiares que están vinculadas a personas que están en grupos criminales
El ejemplo más cercano son los hijos o hijas de criminales como sucedió con Dámaso López Serrano, hijo de Dámaso López Núñez, ‘El Licenciado’, quien está acusado de ser uno de los incitadores de violencia en Culiacán y quien mandó asesinar al periodista Javier Valdez Cárdenas.

Esos crímenes los habría hecho durante su adolescencia y juventud. A sus 29 años se entregó a las autoridades de Estados Unidos para ser juzgado en ese país, pues aseguró tener temor a ser asesinado por los hijos de Joaquín Guzmán Loera, ‘El Chapo’, otros jóvenes que rondan su edad y que crecieron del mismo modo.

“Son niños, niñas y adolescentes que están en una construcción de identidad y en una posición de mostrar poderío”, señaló Pérez García.
Niñas niños y adolescentes coaccionados en el contexto y la sobrevivencia
Se trata de personas que crecen en contextos de pobreza y marginación, donde no hay empleo salvo aquellos que dan los grupos criminales, como la producción de droga o cuidado de territorios.

Los ejemplos básicos de esto son esos niños, niñas y adolescentes que son “contratados” como “halcones” para vigilar a las fuerzas armadas. También los reclutan para la producción de drogas en campos y laboratorios clandestinos.
Desapariciones
“En el lenguaje criminal es la ‘leva’, ‘levantarlos’ y esto se ha vuelto muy famoso en Sinaloa y Guerrero afuera de los bachilleratos y secundarias. En varias entidades se los llevan en grupo”, explicó Pérez García.

Hay estados en México, como Jalisco, Guanajuato, Aguascalientes y otros más del bajío mexicano donde organizaciones criminales hacen reclutamientos forzados bajo un modelo de engaños sobre falsas ofertas laborales.

Publican anuncios de supuestos empleos, con altas prestaciones y salarios, pero al momento de presentar las solicitudes y realizar entrevistas, las personas son desaparecidas y reclutadas de manera forzada.

Esos reclutamientos forzados les han servido a los grupos criminales para tener a su servicio a centenas de niños y adolescentes como soldados, “carne de cañón” para sus enfrentamientos, capital humano usado para la guerra.

“Ahí ellos son literalmente carne de cañón. Las armas de alto poder, las caras están bajo el control de los de confianza y lo que hemos observado es que la gran mayoría de los que son reclutado esencialmente lo hacen para ser informantes de movimientos del Ejército y la policía”, aseguró el coordinador de Tejiendo Redes Infancia en América Latina y el Caribe.

Estos reclutamientos sirven a las organizaciones criminales para hacerse de efectivos sin mayores pérdidas económicas.

De acuerdo con respuestas a solicitudes de información, 19 mil 77 niñas, niños y adolescentes han sido atendidos por heridas de bala en hospitales estatales y del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) entre 2006 y 2022. Eso quiere decir que en promedio 3 niños, niñas o adolescentes fueron atendidos diariamente por heridas de bala en México.

De ellos, 6 de cada 10 casos corresponden a niños, niñas y adolescentes entre los 14 y el límite de los 18 años. Son alrededor de 11 mil pacientes que han pasado por hospitales públicos.

Es en ese tiempo en que se ha desarrollado la llamada “guerra contra las drogas” en México, en la que ‘cárteles’ han sostenido centenas de enfrentamientos por tratar de dominar territorios. Al mismo tiempo han sostenido enfrentamientos con policías, el Ejército y la Marina en operativos de seguridad.

El resultado de esa “guerra” se puede contar en muertes, desapariciones y heridas, como las 19 mil 77 en niñas, niños y adolescentes.

LUIS Y LOS SALDOS DE LA GUERRA
Tenía 14 años cuando todo comenzó. Primero fue probar las drogas, la mota, la coca y el alcohol, para entender que eso no se compraba solo, sino que necesitaba dinero.

Luis -así será llamado por su seguridad y la confianza que dio al contar su historia- tuvo una infancia terrible. Hijo de padres ausentes y exigentes, que se separaron porque no congeniaron, pero que le hicieron creer que por su culpa se habían distanciado.

Diario era golpeado por su madre, quien le obligaba a quedarse hincado por horas como castigo, a veces de cosas inexistentes o por haber jugado con la tierra y manchar su uniforme.

“Todos los días lloraba, pero no me gustaba que me vieran así porque me iba peor”

-¿En tu escuela? ¿Te hacían bullying?
“No, a mí no me hacían, yo era el bully”
-¿Por qué?
“Porque no quería que me vieran débil”

Pasó por más de cinco escuelas durante su infancia. Su forma de actuar le provocó expulsiones y con eso más castigos de su madre. Todo lo que hiciere significó castigo, golpes, gritos y frecuentemente la culpa de ese divorcio.

“Yo soñaba ser como los otros niños”
¿Por qué?
“Quería tener sus papás”

Desde niño trabajó con uno de sus primos, se interesó en ser ingeniero civil y así comenzó como ayudante de albañil. Pero su sueldo no era suficiente para comprar las drogas que le gustaron.

A sus 17 consiguió un segundo trabajo, con otro primo, pero uno peligroso. Se convirtió en una “mula” para cargar con droga y repartirla a vendedores en Sinaloa.

Una de esas veces le tocó repartir 70 mil pastillas de fentanilo, aseguró.

Le dieron un arma, un teléfono y responsabilidades. Vio pasar grandes cantidades de dinero en sus manos para repartirlo.

Su ganancia eran 4 mil pesos semanales.

“A mí me iba bien”, dijo sin menoscabo.

¿Pero qué hacías?
“Hay muchas cosas de las que no estoy orgulloso”
¿Cuáles?
“Muchas cosas que prefiero olvidar”
¿Has matado?
“Sí”
¿Desaparecido?
“Sí. Y torturado gente que ni conozco”.
¿A cuántos?
“Ya no me acuerdo. Han sido muchos y  varios me tocó enterrarlos”

Luis se fue a Estados Unidos. Contó esta historia antes de irse mientras pasaba por un proceso de desintoxicación en un centro de rehabilitación en Culiacán.

Antes de terminar esta plática narró que él se iba huyendo, sin que los jefes de su primo se enteraran, pues no hacerlo así significaba la muerte.

¿Qué le pasa a los que trabajan así?
“Los matan o los desaparecen. Saben mucho”
¿Cuánto dura para que pase eso?
“Dos o tres años cuando mucho”
¿Cuánto llevabas tú?
“Casi los dos”.