Ampliamente documentadas fueron las afectaciones que la pandemia global de coronavirus provocó en numerosas industrias. La interrupción en las cadenas de producción creó escasez de materiales, componentes y mano de obra para satisfacer las demandas del mercado, lo que elevó los precios de productos y servicios.

Una de las industrias donde el impacto de este fenómeno se hizo más notable fue la automotriz. Durante el periodo correspondiente a los años 2020 a 2023, el precio de los autos escaló de manera vertiginosa.

Según las cifras presentadas por la Oficina de Estadísticas Laborales, agencia gubernamental estadounidense, el precio de los automóviles nuevos y usados no se había elevado tanto en décadas. En 35 años, el mercado automotriz no había visto un aumento tan rápido y de tal magnitud en los precios.

En México, la consultora a cargo de dichos datos ha sido J.D Power. Mediante su informe de satisfacción de ventas, expone que de 2020 a 2022 el precio promedio de los autos nuevos se elevó casi 22%. Cinco puntos porcentuales por encima de la variación inflacionaria acumulada del mismo periodo, de 17%.

Uno de los motivos principales para la subida meteórica en los precios de los vehículos ha sido localizado en el desabasto de chips. Necesarios para la fabricación de nuevas unidades, los semiconductores sufrieron un aumento vertiginoso en la demanda, además de dificultades en su manufactura y suministro. No es de extrañar que medios como CNN calificaran este momento del mercado como “el peor para comprar un auto en décadas”.

Estalla la burbuja automotriz

 

Al entrar al año 2024,  observamos como ceden las presiones inflacionarias alrededor del mundo, el comercio global se regulariza y las cadenas productivas se restablecen. A medida que esto ha venido sucediendo, los precios de los automóviles han visto variaciones a la baja.

Si bien lejos de los niveles prepandemia, el costo de adquirir un auto nuevo o usado se aminora. UBS, financiera de origen suizo, estimaba el año pasado que así sucedería debido a una sobreproducción a finales de 2023, producto de una agenda productiva acelerada debido a la necesidad de surtir las listas de espera de las concesionarias.

UBS calcula que dicha sobreproducción sea de alrededor del 6% sobre las ventas, equivalentes a 5 millones de vehículos excedentes cuyos precios tendrán que ver recortados para poder ser colocados. Esto podría ocasionar una “guerra de precios” entre fabricantes que no dejaría de acelerar la tendencia a la baja del precio de los automóviles.

La financiera relaciona el fenómeno con lo que viene ocurriendo en el mercado de vehículos eléctricos desde el 2022, con sus fabricantes en constante competencia por ver quién puede soportar bajar más sus precios. Así lo decía a mediados del año pasado:

La guerra de precios ya se ha extendido en el campo de los vehículos eléctricos, y esperamos que se extienda también al segmento de vehículos de combustión.

 

Esto se hace evidente al ver, por ejemplo, la evolución de los precios del fabricante de autos eléctricos mejor posicionada: Tesla.

Así, vemos que en algunos mercados ha pasado de ofrecer sus vehículos a casi 100 mil dólares, a que ahora los modelos más básicos estén en el mismo rango de precio que marcas para el mercado masivo como KIA (aproximadamente 53 mil dólares).

Los datos confirman que esta tendencia se empieza a expandir al mercado de vehículos de combustión desde septiembre de 2023, primer mes en 10 años que esta métrica mostró una variación negativa año con año, y repitiéndose en octubre, noviembre y diciembre. Así lo muestra el índice de precios para consumidores urbanos de autos y camiones, en Estados Unidos.

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