Independientemente de la sicosis de miedo que generó por tratarse de jueves y al ser un enfrentamiento a balazos que amenazaba con extenderse a otras partes de Culiacán, el choque entre personas armadas la noche de ayer en el sector La Lima fue controlado en poco tiempo por elementos de la Policía, Guardia Nacional y el Ejército, dominio de la fuerza pública que ha  sido evidente en los meses recientes.

Se trató, según el reporte oficial, de la intervención de las instituciones de seguridad pública que logró el rescate de una persona que había sido privada de su libertad, y del aseguramiento de cinco vehículos que tenían en su poder los delincuentes, tres de éstos con reportes de robo.

 

Aunque las redes sociales hicieron la tarea de alertar a la población de una nueva balacera, con el acostumbrado elemento de dispersión de pánico, en pocas horas la situación transitó a la normalidad y alienta el hecho de que policías y militares hayan realizado adecuadamente el control de la seguridad pública y que los culiacanenses tuvieran una jornada nocturna tranquila que en la víspera amenazó con la alteración del orden.

Lo que alienta es que la pacificación de Sinaloa sí es posible mediante la coordinación de las policías estatal y municipales con la Guardia Nacional y el Ejército destacamentados en puntos estratégicos de estado y que se movilizan rápido para sofocar eventos criminales en los que salen a relucir armas de alto poder destructivo y logística delincuencial que reta la capacidad numérica y de respuesta del gobierno.

Los sinaloenses, específicamente los habitantes de Culiacán, debemos de expresar también el reconocimiento a miembros de la Policía, Guardia Nacional y Ejército cuando logran darnos tranquilidad y la certidumbre de que la ley se sitúa por encima de la anarquía que promueve el crimen. Y apoyarlos con la valiosa contribución desde la familia que anule en el hogar la participación en las actividades violentas y el ensalzamiento de las conductas del narcotráfico y sus sicarios.