El demasiado tiempo de su agenda como presidente de México que le dedica Andrés Manuel López Obrador a descalificar la marcha en defensa de la democracia que se realizó ayer en cien ciudades del país, es en proporción al despertar cívico en México que no admite la fragmentación de pueblo bueno y pueblo malo que desde Palacio Nacional se ensaya como tentación autoritaria en la que reincide la llamada Cuarta Transformación.

Al salir miles de ciudadanos a las calles a recalcar el peligro del absolutismo, donde el mandatario federal pretende tener también el control de los poderes Legislativo y Judicial, propiciaron que el mundo pusiera su mirada en el sistema político mexicano y la intención de clonar aquí regímenes de tipo dictatorial que a través del sometimiento de instituciones gubernamentales y órganos autónomos insisten en dominarlo todo.

 

Estancado en su visión unipersonal que descarta las libertades y el derecho de autodeterminación de los pueblos, López Obrador usó el pódium de La Mañanera para reiterarse intransigente respecto a la movilización del domingo al considerarla como el mundo al revés, porque sus adversarios lo tachan de dictador, autoritario y vinculado al narcotráfico, pero cuando ellos detentaban el poder había un narcoestado.

Al descalificar a sus opositores, y ver un adversario en cada ciudadano, el presidente cierra la pinza de la confianza en torno suyo porque si los mexicanos lo están llamando a rectificar es con el propósito de que clausure en buenos términos el sexenio, o de lo contrario la misma sociedad civil hará las rectificaciones convenientes para que la tierra azteca salga de la ruta hacia la tiranía, a la que va empujada por la terca cancelación de garantías constitucionales.

En Sinaloa se expresaron importantes contingentes en Culiacán, Mazatlán, Los Mochis y Guasave, más que en marchas anteriores de defensa del voto libre y creíble, al igual que el grito de “¡democracia sí, dictadura no!” recorrió el territorio nacional como ultimátum al operativo de la 4T para demoler el constitucionalismo.

Hoy López Obrador dio señales de no entender el reclamo del pueblo al que dice obedecer, quedándose más solo y con la obstinación como único y último acompañante.

 

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