Para la coalición Sigamos Haciendo Historia que integran los partidos Movimiento Regeneración Nacional, del Trabajo y Verde Ecologista de México más parece el enemigo en casa que la conducta de un aliado la postura que asumió en Sinaloa el PT al postular al Senado de la República a Jesús Estrada Ferreiro, el alcalde de Culiacán destituido del cargo y bajo proceso judicial por presuntos delitos cometidos en el desempeño de la función pública.

De manera sorpresiva el Partido de Trabajo determinó cobijar electoralmente al ex presidente municipal que se ha declarado enemigo público del gobernador Rubén Rocha Moya, en una confrontación no sólo con el mandatario sinaloense sino con los principios que el amloísmo ha tomado como bandera de no robar, no mentir y no traicionar, además de romper el bloque en el que el PT iría que apoya la fórmula de Morena al Senado que integran Imelda Castro y Enrique Inzunza.

Este madruguete político que el petismo pretende asestarle en Sinaloa a la alianza que quiere llevar a Claudia Sheinbaum a la Presidencia de México fue desconocido como parte del “plan C” de la llamada Cuarta Transformación, consistente en que un solo partido coaligado presente otra propuesta al Senado, tal como lo hizo el PVEM con la candidatura de Jesús Valdés, para ganar también el escaño de segunda minoría en la Cámara alta.

Los hechos proceden a clarificar que con las rabietas, trampas y rebeldías en que incurre, el PT insiste en mostrarle a Morena que está durmiendo con el enemigo y que en el actual proceso electoral las siglas rojiamarillas operan para favorecer a la Oposición que en lo local representan los partidos Revolucionario Institucional, Acción Nacional, de la Revolución Democrática y Sinaloense.

Nada nuevo sucede en la partidocracia nacional cuando dos siglas minoritarias, el PT y PVEM, que apenas logran porcentajes de votos para mantener vigente sus registros, son adheridas a alianzas políticas con todo y la enorme estela de descomposición y degradación que arrastran.

En todo caso es Morena el que paga el costo de danzar con lobos que tarde o temprano blanden sus fauces contra sus supuestamente aliados.

 

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