Culiacán, Sinaloa.- De acuerdo al calendario litúrgico, el Carnaval es una festividad que precede a la Cuaresma, periodo de 40 días de penitencia y abstinencia que antecede a la Semana Santa. En Sinaloa como en muchas otras regiones de occidente, estas tradiciones se han arraigado por siglos al grado que el tiempo las ha convertido en momentos de fiesta, esparcimiento y relajamiento.

En lo que respecta al Carnaval de Mazatlán, el más importante y conocido al exterior de nuestro estado, se tienen registros documentales de su realización por lo menos desde 1827, tal y como nos informa el cronista oficial de ese puerto, Enrique Vega Ayala; sus antecedentes, dice, fueron los llamados “Juegos de harina” justo en estas fechas.

Sin embargo, al conjugarse la algarabía popular con el alcohol muchas veces la afluencia terminaba en trifulcas y batallas campales entre bandos de marineros y comerciantes; no fue hasta 1897 que el Ayuntamiento de Mazatlán institucionalizó, se puede decir, el carnaval mediante la imposición de una junta o comité organizador de manera anual.

Entonces las recreaciones de guerras de harina se cambiaron por confeti, serpentinas y bailes de máscaras.  A lo pocos años este formato comenzó a ser retomado por muchas comunidades y ciudades de Sinaloa en ese tiempo, inclusive en Culiacán, donde también tuvo un largo periodo de tradición, por lo menos así lo testifican fotografías históricas de 1910.

Fue justo la historia gráfica de los carnavales sinaloenses lo que llevó al Archivo Histórico General del Estado a montar una exposición fotográfica de la mano de historiadores y cronistas para conmemorar la tradición carnavalesca en la entidad.

De esta manera, en la exposición “Los Carnavales en Sinaloa una historia gráfica” los interesados podrán apreciar imágenes de rostros de mujeres y personas radiantes, jubilosas y alegorizadas donde aparecen reinas, princesas y en menor medida reyes, príncipes y chambelanes, “todos en momentos de ensueño”, como describen las fichas técnicas.

Durante el conversatorio previo a la inauguración, los investigadores destacaron el hecho de que muchos de los carnavales que se llevaban a cabo en el estado dejaron de existir, desde pequeños pueblos como en la misma capital. Ya sea por desintereses de los habitantes por involucrarse en la organización o por falta de apoyo de recursos públicos por parte de los municipios, estos vestigios muestran un poco aquellos rostros festivos que se esparcieron por la región.

En el presente solo contamos con los carnavales anuales de Mazatlán, Guamúchil, Mocorito, Angostura y Guasave.

Todos estos datos se vertieron en el conversatorio “Carnavales: Un espacio de identidad, diversidad cultural y patrimonio”, con ponencias de Ernesto León, Dailila Rivas, Azucena Manjarrez, el propio Enrique Vega Ayala y moderado por el historiador Samuel Ojeda Gastélum.

Por su parte, Natalí Gaxiola Soto, directora del Archivo Histórico, agradeció a los asistentes del evento y a los especialistas que se involucraron en la realización de la exposición.

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