Culiacán, Sinaloa.- La invención del cinematógrafo no solo representó un avance tecnológico, sino que también abrió nuevas oportunidades de negocio. Las proyecciones públicas de películas, donde se cobraba una entrada para verlas, rápidamente se convirtieron en una fuente de ingresos para los propietarios de los cinematógrafos y para aquellos que poseían las películas.

Tan solo bastaron dos años para que después de su primera exhibición en París, en diciembre de 1895 por los hermanos Lumière, este artefacto llegara al puerto de Mazatlán en diciembre de 1897. Fueron empresas estadounidenses principalmente, como Edison Studios, las que comenzaron a fabricar en serie cinematógrafos.

Mazatlán por entonces era un dinámico puerto mercante donde confluían comerciantes de diversas nacionalidades, lo que también se traducía en una alta demanda de actividades sociales para el entretenimiento.

Prueba de ello es que para finales del siglo XIX dicha ciudad contaba con dos teatros con nutrida cartelera; justo fueron los empresarios del arte quienes sumaron las proyecciones de imágenes en movimiento a sus programas.

De acuerdo al texto “La llegada del cinematógrafo” del autor Marco Antonio Lugo fue un empresario mazatleco de nombre Juan Maxemín quien trajo el primer cinematógrafo de Estados Unidos a Mazatlán, ofreciendo su primer exhibición el miércoles 22 de diciembre de 1897 en el Club de la Unión, justo en las inmediaciones de la plazuela Machado.

Las primeras “vistas”, término utilizado en los periódicos de la época, que vieron los mazatlecos fueron “Pugilato entre Corbertt y Fitzimons”, “La cascada del Niágara”, “Un paseo de carruajes”, así como imágenes de “Los veteranos de Estados Unidos”, esto por un costo de 25 centavos la entrada.

Tras este acontecimiento, los empresarios del entretenimiento de Mazatlán no se quisieron quedar atrás y al poco tiempo el teatro de Variedades también ya ofrecía funciones de cinematógrafo.

“En diciembre de 1897 se da en Mazatlán una guerra entre empresarios teatrales por atraer al público hacia esta nueva dirección. Mientras Juan Maxemín se trasladaba al teatro Variedades para ofrecer sus funciones cinematográficas, la ciudad se llenaba de grandes cartelones anunciando la llegada del cinematógrafo Lumiere”, se lee en el texto de Marco Antonio Lugo.

 

Otro personaje de nombre Enrique Moulinié fue otro que comenzó a ofrecer funciones a partir de 1897 y entre sus primeras “vistas” proyectadas llamó mucho la atención “La llegada de un tren”, una cinta que previamente había sido presentada por los hermanos Lumiere en el Grand Café del Boulervard des Capuchines.

“El público llenaba el salón del señor Moulinié, a pesar de lo incómodo del lugar, regocijándose con vistas que iban desde corridas de toros con el Gran Mazzantini hasta la austera figura del general Díaz, presidente de la República Mexicana”, se narra.

 

“El actor y empresario D. Jorge Buxérs había anunciado traer el mejor cinematógrafo, para ofrecer exhibiciones en el teatro ‘Rubio’, desde mediados de diciembre. El último día de 1897, el señor Búxens anunciaba que para ‘el lunes tres de enero, estaría en Mazatlán el gran cinematógrafo último modelo premiado en la Exposición Artística de Bruselas’, ofreciéndose este espectáculo en combinación con la zarzuela, sin que los precios sufran alteración”, se leía en los periódicos mazatlecos de esos años.

Marco Antonio Lugo explica que con la llegada de cinematógrafo la diversión nocturna de los mazatlecos se llenó de variedad, pudiendo escoger ahora entre ir al teatro a ver una obra escénica, una ópera, escuchar las orquestas, o bien, apreciar imágenes en movimiento de otras partes del mundo.

“Así, a su llegada a Mazatlán en 1897, el cinematógrafo compartió el tiempo libre de los porteños con la lectura de la novela por entregas de Xavier de Montepin, ‘Su majestad el dinero, la condesa de Gordes’, en las páginas de El Correo de la Tarde; las funciones de la Compañía de Circo de los señores Atayde, en el teatro Variedades; peleas de gallos, bailes de máscaras en el salón del señor Apolonio Calderón, en la calle Carnaval y las rumbosas fiestas de Olas Altas, con cantinas, volantines y fonógrafos”, indica.

En el plano social, Mazatlán se aprestaba para dar inicio a los trabajos de drenaje. A nivel nacional, el general Porfirio Díaz había sido reelegido presidente por cuarta vez. A nivel internacional, el conflicto en Creta y la guerra entre España y Cuba por la independencia de esta última ocupaban un lugar destacado en las noticias del periódico local.

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