Sinaloa.- Desde finales del siglo XIX, el mercado Pino Suárez ha sido un destino popular tanto para los habitantes locales como para los turistas que visitan Mazatlán. Este mercado, que ocupa una manzana entera y alguna vez fue el epicentro de la ciudad, ha sido testigo de innumerables transacciones comerciales a lo largo de los años.

En su apogeo, fue considerado uno de los mercados más hermosos de México, gracias a su distintiva estructura de hierro, similar a la del mercado famoso en Guanajuato.

Sin embargo, el crecimiento urbano de Mazatlán y la proliferación de puestos de venta diversificados, así como la incorporación de restaurantes en el segundo piso, han alterado considerablemente su aspecto original y han obstruido las vistas panorámicas que alguna vez ofreció.

Aunque se han hecho esfuerzos por preservar su encanto histórico, la tarea de restaurar por completo su fisonomía parece cada vez más desafiante, tal y como nos cuenta el autor Ismael Estrella Guerrero, en su texto “Mercado Pino Suárez”.

Aunque no hay una fecha exacta establecida, según los escritos del ingeniero Manuel Bonilla y don Santiago Calderón, se menciona que el primer mercado en Mazatlán del que se tiene registro surgió alrededor de 1840. Más tarde, entre las décadas de 1860 y 1870, fue trasladado al sitio que actualmente ocupa la plazuela Zaragoza.

Posteriormente, fue reubicado en la plazuela República, donde permaneció hasta 1897, aunque las fechas exactas no están claras.

Pero la falta de mayor espacio y conforme la ciudad se expandía se consideró la necesidad de tener un centro comercial más grande y moderno, uno que reuniera las condiciones adecuadas; como primera tarea, se conformó un comité para construir uno nuevo.

Tras consultar precios y necesidades, finalmente el contrato se le dio a la compañía Loubet, que se encargó de la obra y cuyo costo fue de 100 mil pesos, un edificio que en su tiempo fue descrito así, de acuerdo a los periódicos de la época en el puerto:

“Una extensión de 214 pies ingleses por lado; columnas de enrejado de hierro, con una banqueta de 10 pies de ancho: los techos de láminas encanaladas y galvanizadas, afianzadas por viguetas de acero por medio de tornillos con arandelas de plomo, y las viguetas atornilladas a los miembros principales o armadura del edificio”.

“Las tijeras principales de 67 pies de cada una de las dos naves en las 4 esquinas, tiendas de mampostería con 5 puertas medias, puntos de hierro fundido con vidrios blancos, techos de madera de pino cepillado sobre viguetas de la misma madera. Cada tienda tendrá un excusado de hierro fundido”.

El mercado se inauguró en 1897 con bombo y platillo por el gobernador Francisco Cañedo con el nombre de “Romero Rubio”, en honor a la esposa del presidente Porfirio Díaz, Carmen Romero Rubio.

Por otro lado, cabe destacar que el encargado de la obra, Alejandro Loubet Guzmán, fue un destacado ingeniero de Mazatlán además de ser un hombre de negocios.  De padre francés y madre mazatleca, fue parte de la vida pública del puerto durante el Porfiriato principalmente por haber participado en muchas obras públicas y privadas.

Por ejemplo, fue asesor de los fundadores alemanes de la Cerveza Pacífico, donde llegó a ser uno de sus accionistas. Él mismo incursionó en la producción cervecera por corto tiempo con la creación de la Compañía Cervecera El León, Sociedad Anónima, también en 1897.

Con el estallido de la Revolución Mexicana el  mercado “Romero Rubio” cambió de nombre por las condiciones políticas de la época, por lo que fue cambiado por  “Pino Suárez” en 1915, en conmemoración del asesinato del vicepresidente de Francisco I. Madero, José María Pino Suárez, el cual se conserva hasta el presente.

En 1953, el Ayuntamiento tuvo la intención de “modernizar” el mercado introduciendo avances tecnológicos. Se construyó un segundo nivel, se instaló electricidad para refrigerar las carnicerías y se añadieron pequeños restaurantes en la planta superior.

“El Pino Suárez a casi 100 años de su construcción sigue siendo el punto de atracción de locales y turistas, sobre todo estos últimos que aun y cuando existen lugares como la Zona Dorada donde hay venta de ropa y artículos folklóricos, prefieren venirse a los locales del mercado para comprar lo tradicional”, comenta Ismael Estrella Guerrero.

 

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