Culiacán, Sin.- Bastó instalar una sola resbaladilla y un columpio en un terreno árido en las faldas del cerro de desperdicios del relleno sanitario de Culiacán, para que los más de 400 niños y niñas de la ampliación Bicentenario se apropiaran de este parque que emerge de la basura.
“Aquí estamos en una zona irregular como siempre lo hemos dicho, y pues es muy difícil que el gobierno venga y te ayude”, comenta Esmeralda Quiñonez, la misma que durante la pandemia de Covid-19 creo una escuela temporal ajena a los lineamientos de la SEPyC. Ahí descubrió que más de 30 niños nunca habían asistido a un plantel educativo.
Con el tiempo se convirtió en una gestora comunicaría y tiene algunos años tratando de incidir con proyectos autogestivos involucrando a vecinos y padres de familia, en su mayoría pepenadores preocupados por la vulnerabilidad en que habitan sus hijos.
Esmeralda menciona que algunos de esos niños continúan sin asistir a la primaria, los cuales están a merced de otros vecinos que están inmersos en el mundo de la ilegalidad y la drogadicción.
Al momento de este reportaje era un lunes por la mañana, es decir, horario escolar y el parque infantil de la ampliación Bicentenario ya era ocupado por varios menores de edad. Esmeralda los acompaña, a veces los entretiene con dinámicas y actividades, les lleva algunas galletas y refrescos.
Pero por las tardes comenta que a escasas tres semanas que se creó ya es insostenible su ocupación, dada la asistencia del mismo. La siguiente etapa del proyecto, comenta, es instalar iluminación, luego hacer una canchita de futbol y posteriormente un comedor comunitario.
“Y como lo habían intentado una vez y los niños habían participado tanto, dije, bueno voy a volverlo a intentar. Primero lo empecé con una colecta, aquí en la misma colonia a ver quién participaba donando, y también que juntando con los amigos, yo ahorrando dinero de mi sueldo” relata.
“Me decidí comprar unos juegos en Facebook, estaban súper carísimos, 10 mil, 15 mil pesos, las resbaladillas 7 mil, hasta que encontré una persona que me vendió una resbaladilla y un columpio en 5 mil. Entonces vine y los puse, pero o sea, no daba abasto para todos los niños”, informa.
En ese momento un pepenador de la cooperativo le dice: “Esmeralda, y por qué no hacemos unos juegos reciclados, con madera o con cosas del basurón, aquí tenemos todo como para hacer juegos”. Lo único que tenía que comprar ahora eran puntales, algunas cuerdas y lo demás fue tarea de la creatividad de algunos vecinos pepenadores.
Al ver la buena aceptación entre los niños y niñas más adultos se acercaron para participar en el proyecto, ahora son cerca de 30 vecinos los que están involucrados, los cuales se reúnen por las tardes de fines de semana.
“Y sí, tenemos tres fines de semana trabajando todo el día y nos pusimos primero hacer un columpio colgante, que no nos gastamos ni 800 pesos en él, nos gastamos de entre 400 y 500 pesos en cada juego, lo demás lo trajimos del basurón. Entonces, cuando hicimos el columpio miramos que muchos niños venían”, comparte en entrevista para Espejo.
“Entonces, dijimos, ya no nos alcanzan los juegos, qué otra cosa se nos puede ocurrir, hicimos los aros donde los niños se meten por dentro de ellos, hicimos el sube y baja con mecate, porque hacerlo de herrería nos sale más caro. Luego vino gente de otras colonias, de la Bicentenario, porque Bicentenario no tiene áreas verdes, a pesar de ser una colonia regular no tiene áreas verdes”, reprocha.
La ampliación Bicentenario ya tiene la promesa del gobernador Rubén Rocha Moya de convertirse en una colonia regular, sin embargo Esmeralda no va esperar hasta que eso ocurra sin antes ir mejorando su entorno, particularmente la de ocupar espacios verdes, donde los infantes puedan jugar, recrearse, tener tiempo de esparcimiento.
Ella considera que si desde este momento no ocupan un área verde, el gobierno menos lo va hacer al momento de trazar la futura colonia, tal y como sucedió con la vecina colonia Bicentenario.
“Por eso decidí hacerla de una vez, y pues que nadie se pueda apoderar de ella, ya cuando estén llenos los juegos y más porque los niños los ocupan mucho. Yo tengo algunos años haciendo varios proyectos que gracias a Dios me han funcionado, entonces dije, hay que cambiar el entorno”, sostiene.
Esmeralda está convencida que el entorno se empieza con la educación y la participación activa de los vecinos. Informa que ya fue a buscar al director del Instituto Municipal de la Juventud y están a la espera de su visita.
Defiende que la ampliación Bicentenario está llena de gente honrada, trabajadora, gente que llegó desplaza por la violencia de zonas serranas del estado, pero en el basurón, dice, también acoge a personas que están en drogadicción y que se pasean por la colonia.
Junto con el parque, ella y los demás vecinos tienen la idea de incentivar el deporte, esperan que de igual modo el DIF se involucre pronto con programas, pues se trata de mejorar los espacios e ir cambiando poco a poco el pensamiento de las personas para que haya mayor participación, sin esperar las promesas de políticos.
“Es importante habitar las áreas verdes, muchos trajeron plantitas, sembraron árboles, encontramos pintura en el basurón. El 70 por ciento de ampliación bicentenario trabaja en el basurón, son pepenadores, personas que no tienen seguro, prestaciones, son personas que viven al día, que tiene solamente para comer”, señala.
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