Texto y fotos: Kau Sirenio, Isabel Briseño y Camilo Ocampo

CIUDAD DE MÉXICO. – El nuevo fondo de pensiones para el Bienestar abre una discusión pendiente en México: ¿dónde quedan los trabajadores no asalariados?

Actualmente, con corte al tercer trimestre de 2023, México tiene una Población Económicamente Activa de 61.2 millones de personas. De estas, de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI, al tercer trimestre de 2023 en México existían 13 millones 177 mil 306 trabajadores independientes, es decir: que trabajan por cuenta propia. De estos, según el último reporte del Instituto Mexicano del Seguro Social en 2024, sólo 192 mil trabajadores están inscritos al Instituto Mexicano del Seguro Social.

A la vez, del total de la población económicamente activa en México mayor a los 15 años, el Coneval registró que en 2017 tan sólo el 21.9 por ciento fue inscrita por su empleador a alguna institución de seguridad social (IMSS, ISSSTE, ISFAM, etc.). Es decir: sólo 19 millones 976 mil 691 personas.

También, de acuerdo a datos del Coneval del último trimestre de 2023, los trabajadores informales perciben, en promedio, ingresos por 4 mil 500 pesos al mes, mientras un trabajador del sector formal percibe el doble de esa cifra.

Además, se estima que existe una brecha del 1.3 por ciento entre los salarios que perciben hombres y mujeres, siendo los varones quienes se benefician de esta condición estructural.

Aunado a esto, la falta de reconocimiento nacional de un sistema público de cuidados aumenta aún más las condiciones de precariedad de las y los trabajadores informales. De acuerdo a los últimos datos sistematizados por el Coneval, en 2022 solo el 19.1 por ciento de los trabajadores con hijos de seis años o menos cuenta con la prestación de guarderías y estancias infantiles; esto es 1 millón 706 mil 501 trabajadores.

Los esfuerzos para nivelar la brecha de desigualdad entre el trabajo formal e informal aún son insuficientes, y las realidades de cada trabajador son distintas. ¿Cuáles son? Aquí algunas historias.

Bryan: «Sueño con un futuro mejor»

La última pala de arena antes de comer. Foto Camilo Ocampo

A los 17 años, Bryan Andrade tomó la decisión de hacerse valer por su cuenta. Desde hace 5 años encontró en la albañilería una pasión y una forma de vida, y aunque encuentra algunos retos en el hecho de trabajar en la informalidad, a sus 22 años se mantiene firme en la idea de ahorrar para algún día tener su casa  propia y que su mamá se vaya a vivir con él.

Esta es su historia:

«Estaba en la prepa. Me quedé en el Bacho 11, pero se enfermó mi mamá y me tuve que salir para cuidarla, y cómo había que comprar cosas, me tuve que salir y dedicarme a trabajar de lleno (…) yo ya me dedicaba al colado a veces  y fue uno de los Mais, el que me jaló».

Desde entonces Bryan tiene una rutina muy bien establecida:  «Me quedo de ver con todos. Llegamos a donde es el jale. Nos cambiamos. Ponemos la bocina, ya sabes: ahora sí que a hacer lo que nos hayan pedido: pegar block, sembrar castillos. Trabajamos de 8 a 7 y a las 2 es tu hora de comida, y ya luego cada quien se va en a su casa».

La única forma que el joven albañil interrumpe su rutina es cuando está muy enfermo:

«La neta casi no descanso, más que cuando me siento así ya bien mal, pero si no sigo chambeando». Respecto a su familia, Bryan asegura que guarda dinero para ellos, «para que cuando se enfermen, pues poderles dar dinero, ahora si que porque no puedo ir,  por el trabajo, pero los apoyo económicamente».

Pese a esto, Bryan se considera afortunado, ya que en 5 años que lleva dedicándose a la construcción nunca se ha accidentado, pero en caso de que suceda algo por lo que tuviera que ir al medico todo corre por su cuenta y solo a veces «si el patrón es buena onda, te da una feria para que te vayas al doctor,  pero normalmente no hacen eso».

Él no descansa de trabajar, ya que una de sus metas a corto plazo es poder comprar un terreno para construir una vivienda propia en la que pueda vivir junto con su madre. Por eso que comenzó a ahorrar para poder cumplir su sueño. Sin embargo, considera que es complicado ahorrar cuando se vive al día y se tiene que pagar renta. Pero el hecho de que sea un joven, hace que sea más complicado  ahorrar.

«Cómo me ven chavo y ven a los señores ya más grandes, piensan que ellos lo hacen  mejor, pero  ya cuando ven cómo trabajo les da confianza y me empiezan a pedir más cosas».

A sus 22 años, Bryan no piensa en retirarse del mundo de la albañilería. Asegura contar con una muy buena salud y le gusta lo que hace y piensa seguir «hasta que el cuerpo  diga que no».

Cuando llegue el momento de retirarse su  plan es «tener un negocio, de lo que sea, en el que no me tenga que estar moviendo tanto y así pueda descansar, sin dejar de trabajar para mantenerme o ya tener albañiles, y yo nada más buscar los  jales».

Por el momento la preocupación de Bryan no es su retiro del mundo laboral, su preocupación se centra en encontrar la próxima construcción en la que trabajará para  poder pagar su renta.

Tania: «Un día tienes trabajo, y al otro no»


Tania tiene 37 años, y desde los 15 años trabaja realizando limpieza en distintos hogares, incluido el suyo.

Aunque ha tenido otros empleos, es el trabajo en casa el que más se ha acomodado a sus necesidades respecto al cuidado de sus 2 hijos.

Ella recuerda que cuando inició a la edad de 15 años, en ese entonces le pagaban aproximadamente entre 80 y 100 pesos diarios, y entraba como a las 8 y salía a las 3 de la tarde.

De acuerdo con el INEGI, se estima que en México hay 2.5 millones de personas de 15 años y más empleadas en trabajo doméstico remunerado, cifra que representa 4.2% del total de la población ocupada.

Actualmente, el horario laboral de Tania es prácticamente el mismo que el de hace 10 años. Llega a las 9 y sale a medio día, la práctica y la experiencia que ha ido adquiriendo con los años le han ido facilitando su labor.

Los horarios, así como su sueldo, siempre han sido establecidos por las personas que la contratan, aunque ahora durante la negociación ella ya sabe que el salario mínimo solo incluye la limpieza, lavar, planchar y hacer de comer, es aparte.

“Antes me decían que hiciera todo y me pagaban lo que ellos querían. Una amiga me enseñó que lavar, planchar y hacer de comer se cobraba aparte”

Aunque en los últimos años se han impulsado trabajos para que las trabajadoras del hogar tengan mejores condiciones laborales, en su mayoría continúan invisibilizadas y sus derechos laborales siguen siendo vulnerados.

Las mujeres que se dedican a ese trabajo generalmente se caracterizan por carecer de seguridad social.

–¿Durante estos años, alguna vez has tenido prestaciones?

–No, nunca, en este trabajo no te las manejan. En este trabajo no exiges porque las personas son volubles y un día te dan empleo y al otro te dicen: ya no vengas.

Una de sus mayores preocupaciones es precisamente la inestabilidad laboral en la que se encuentra pero romper algo o que se pierda algo mientras ella realiza la limpieza, también son cosas que le preocupan.

Por su experiencia, trabajar en una fábrica donde le den seguro social es menos conveniente para ella porque además de que pagan menos, el horario laboral es más amplio y le pagan menos.

A pesar de que no tiene una certeza laboral, su trabajo le gusta, incluso dice que hacer limpieza, la relaja y que su aroma favorito es el olor del clarasol.

“Sí me gusta, me gusta trabajar sola. Cuando trabajas con compañeros como que es más conflicto, nunca falta la persona problemática, por eso me gusta trabajar sola”

El INEGI también indica que el trabajo del hogar es uno de los que tiene mayor tasa de empleo informal, con una participación del 95%, de las cuales 96.3% son mujeres, lo anterior al tercer trimestre del 2023.

Aunque forma parte de las mujeres que trabajan en la informalidad, elementos como la flexibilidad de los horarios y los permisos, son algunas de las ventajas que Tania ve en su trabajo.

“En una fábrica, si necesitas algún permiso o tienes algún compromiso, es muy difícil, que puedas faltar y en este caso, pues tú sabes si vas o no vas, avisas y puedes cambiar tus días de trabajo o de horario”.

Cuando se enferma, Tania dice que la mayoría de sus jefes le han ayudado con el pago de sus medicamentos.

“Me ha tocado gente muy buena onda”, opina de sus empleadores.

Y aunque ha tenido experiencias desagradables como señoras celosas y maridos acosadores que incluso la han invitado a salir, cuantifica en un 90% la gente humilde con ella, es decir, quienes la han tratado bien.

“Si he tenido que abandonar dos empleos por los esposos. Estás trabajando y volteas y ya estás de ti o sientes cómo te vigilan, hay otros más atrevidos que te invitan a salir y prefiero ya no ir para no tener problemas”

Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el costo de la canasta básica alimentaria para una familia de cuatro personas en México es de 14,299 pesos mensuales.

Tania califica su sueldo como una ayuda porque para poder cubrir todos sus gastos, tiene que emplearse en otras cosas. Durante toda la infancia de sus hijos ella fue prácticamente la única que sostuvo el hogar. Ahora sus hijos, que ya son adolescentes, trabajan y contribuyen al gasto familiar.

Las trabajadoras del hogar fueron incluidas por primera vez en la Tabla de salarios mínimos profesionales a partir del 2021.

Fue en 2022 cuando el gobierno mexicano aprobó la reforma a la Ley Federal del Trabajo que obliga a los empleadores a inscribir a las trabajadoras del hogar al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

Para 2024 es de 270.60 pesos diarios en el resto del país y de 374.89 pesos diarios en la zona libre de la frontera norte.

Ella sí se enteró del incremento del 20% al salario mínimo a partir de 2024 y por eso pidió su aumento.

Tania trabaja regularmente con personas recomendadas por su seguridad.

“Así como la gente no mete a cualquier persona a su casa, yo tampoco me voy a meter a la casa de alguien que conozco en la calle”.

Según la Encuesta Nacional sobre Discriminación (Enadis), 69.5 % de la población total que desempeña esta actividad no recibe ningún tipo de prestaciones laborales por parte de quienes los contrataron. “La gente no da prestaciones porque, no le gusta pagar de más”

Tania dice que le ha tocado trabajar con gente de mucho dinero, pero dice que por eso tienen, porque es gente coda y no da nada de más, a veces ni un vaso con agua.

En cambio, gente de menores ingresos o con menos posibilidades económicas son quienes mejor le pagan y le dan cosas como ropa, zapatos o incluso alimentos.

“Somos trabajadores y no tenemos derecho ni beneficios de nada”.

Tania sabe que debe pensar en el futuro. Sabe que llegará un día en el que ya no pueda realizar limpieza.

“He conocido a mucha gente mayor que se dedica a esto, gente que incluso ya no puede caminar bien, que le duelen las manos o la espalda y siguen yendo porque a su edad no encuentran otro trabajo y tienen que seguir trabajando”.

Bertín: «Quiero un trabajo donde no haya favoritismo»


Después de un año y cuatro meses de trabajar en el hotel Presidente optó por renunciar al trabajo porque no tenía ni horario ni descanso fijo, lo rotaba cada semana, lo mismo pasaba con las vacaciones que sólo se otorgaban en temporada baja.

“Ante las condiciones de control intentamos organizarnos en un sindicato, pero el hotel Presidente, de grupo Presidente, nos amenazó que nos bajarían a salario mínimo el pago que ateníamos, eso asustó a mis compañeras y optaron por dejar la lucha sindical” afirma, Bertín Linares.

Después de un año y cuatro meses de trabajar en el hotel Presidente optó por renunciar al trabajo porque no tenía ni horario ni descanso fijo, lo rotaba cada semana, lo mismo pasaba con las vacaciones que sólo se otorgaban en temporada baja.

Bertín Linares hablo de la carga de trabajo, la falta de oportunidades para ascender a otro puesto, así como el hostigamiento que sufren los trabajadores que buscan organizarse para defenderse de los empleadores.

“De acuerdo con mis habilidades me asignaron el puesto de recepción de restaurantes, plaza que ocupé desde el 4 de agosto de 2022 que fue cuando firmé el contrato; vino mi capacitación, después entré a la jornada laboral con un horario bastante inflexible porque mi turno era rolado y no había descanso fijo, además de exceso en la carga de trabajo” afirma Linares.

Bertín levanta la cara luego mira a los lados, luego suelta otro pedazo de su aprendizaje en el hotel, donde no solo se encargaba de huéspedes y de comensales sino que también realizaba trabajo administrativos que no estaba en el contrato.

“Había funciones que no estaban en el contrato, pero conforme avanzaban los días y meses de trabajo aparecieron otras tareas; supe de oportunidades de crecimiento, para esto hay que realizar prácticas internas y posicionarse en otras áreas de acuerdo a tu desempeño, pero esto es una mentira porque después de un año y cuatro meses que estuve ahí nunca vi que se le diera oportunidad a las personas que ahí trabajaban” recuerda.

Agrega: “Los directivos o gerentes que están a cargo, lo que hacían era contratar a personas recomendadas y los que realizábamos practicas simplemente no nos tomaban en cuenta con el argumento que no cumplíamos con el perfil, pero los recomendados que llegaban no tenían el más mínimo conocimiento de las funciones o áreas, pero los contratan solo por el hecho de ser familiares”.

Bertín tiene el dominio de tres idiomas: tu’un savi, español e inglés, a pesar de esto no pudo ascender a otro puesto en el hotel presidente, tampoco logró tener horario y descanso fijo, así que optó por renunciar y buscar nuevo trabajo.

“Quiero un trabajo donde no haya favoritismo, que el ascenso sea escalafonario y experiencia, porque hasta ahora las empresas privados y en las instituciones públicas solo se contratan por recomendaciones del amigo o familiar y eso no está bien porque no nos dejan demostrar lo que aprendimos”.

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Este trabajo fue publicado originalmente en Pie de Página, que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar su publicación.