Mientras se dan los cierres de campaña operando como cerrojos de victorias o triunfos electorales, un importante segmento de líderes de opinión de la sociedad sinaloense se expresa a favor del voto razonado frente a lo que considera las únicas dos opciones a elegir el próximo domingo 2 de junio: democracia o autoritarismo.

En la misma línea en que se han manifestado en el país personajes destacados de los diferentes ámbitos del quehacer ciudadano, unos a favor de Claudia Sheinbaum, candidata a la Presidencia de México por la coalición Seguimos Haciendo Historia, y otros en apoyo a Xóchitl Gálvez, de la alianza Fuerza y Corazón por México, los que se definen en Sinaloa como ciudadanos sin partido apoyan a la aspirante presidencial que es opositora al régimen autodenominado Cuarta Transformación.

Consideran que “votar por Morena y sus aliados implica eliminar o subordinar instituciones fundamentales para que el gobierno deba comportarse de manera transparente, como el INAI; para que deba respetar la Constitución, como la Suprema Corte de Justicia; para que las minorías estén representadas en el Congreso, como la representación proporcional; y para mantener una autoridad electoral imparcial, como la autonomía del INE”.

 

Al mismo tiempo que la población en edad de ejercer el sufragio se dispone a decidir quiénes quiere que la gobierne o la represente en los órganos legislativos, la voces que enuncian una u otra preferencia presentan el punto de coincidencia que debe ser escuchado, independientemente de intereses de partidos o comportamiento de la intención del voto: la urgencia de que Sinaloa sea beneficiada con una política amplia y de gran visión para el campo y la costa; un plan efectivo para la paz y la seguridad de todas las familias y un programa ambicioso de relanzamiento de la actividad económica.

Es cuestión de horas para que cese el proselitismo ruidoso y exacerbado, abriéndole cauces al voto universal, libre, secreto, directo, personal e intransferible, tal como lo mandata la Constitución.

Una vez concluidas las campañas hay que permitirle al sufragio que ponga las cosas en su lugar y que el mandato popular sea respetado y legitimado como condicionante para restablecer el diálogo y la armonía en la definición del mejor destino para México y Sinaloa.

 

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