Con la veda electoral que inicia a partir de hoy se busca que sin la injerencia proselitista de candidatas, candidatos y partidos los ciudadanos en edad de votar inicien el ejercicio de reflexión que les permita decidir a conciencia a quiénes otorgarles el sufragio el próximo domingo, amparados en la Constitución que establece que el voto es universal, libre, secreto, directo, personal e intransferible.

Al concluir las campañas políticas se les concede a los electores el lapsus preciso donde no caben coacciones, presiones ni siquiera sugerencias a la hora de descifrar a los perfiles que aparecerán en las boletas de votación y tomar la determinación de quiénes le generan más confianza en cuanto a representarlo en gobiernos, legislaturas y cabildos con la implementación de políticas públicas de mayor beneficio social.

 

De esa dimensión es la responsabilidad ciudadana frente a la papeleta electoral y casillas blindadas en el momento crucial de cruzar la alternativa que más convenza al elegir a los que ocuparán los 20 mil 79 cargos que definirá la voluntad popular, lo cual significa contar con servidores públicos que trabajen con esfuerzo, obediencia y transparencia siempre apegados a las grandes necesidades de la gente.

También la organización del proceso de votación constituye el reto colosal para que en las 170 mil 56 casillas que serán instaladas en el país, en torno a las cuales actuarán 1 millón 532 mil funcionarios electorales y 34 mil 462 observadores, la democracia pueda desplegarse sin trabas y que independientemente de las victorias que resulten, el principal triunfo sea el del elector que con participación cuantiosa y total seguridad haga valer el derecho al sufragio.

Entonces la encrucijada de candidatas, candidatos y partidos en pausa, y electores en acción reflexiva resulta pertinente siempre y cuando desde los derechos individuales se le impongan barreras a la manipulación política y se le abran anchas puertas al libre albedrío.

La democracia de una nación se edifica desde la imperturbable deliberación particularísima y mediante la acción cívica colectiva se convierte en el edificio firme de la soberanía.

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