México.- En una sociedad acostumbrada a producir, consumir y desechar hemos quedado ciegos y ajenos a los ciclos de la naturaleza y las soluciones que ésta ofrece a los problemas generados por la humanidad. La hojarasca es una de estas soluciones.
En Culiacán, donde alguna vez floreció un denso bosque tropical caducifolio, preservar lo que queda de zonas de vegetación y cambiar la manera en que se gestionan las áreas verdes de la ciudad sigue siendo una tarea pendiente por parte de ciudadanos y autoridades.
Y una labor sencilla pero muy significativa para mantener la salud e incluso restaurar suelo erosionado es aprovechar las hojas que caen de los árboles como lo que son: La última capa y parte integral del suelo de nuestros ecosistemas.
El biólogo José Dehesa es uno de los defensores de la conservación de la hojarasca, al que califica como un material orgánico compuesto de hojas caídas y otros desechos vegetales que desempeña un papel crucial en la formación y mantenimiento de suelos saludables.
“El suelo debe ser permeable,” afirmó el presidente de la asociación civil Guaiacum. “Y la única manera de lograr esto es descompactándolo mecánicamente y mezclándolo con hojarasca”.
La hojarasca actúa como una esponja, reteniendo humedad y nutrientes, y proporcionando un entorno ideal para la vida microbiana y las raíces de las plantas. Dehesa Mitre destacó que en lugares como el parque de Colinas de San Miguel, donde se ha permitido que la hojarasca se acumule, se puede sentir un suelo esponjoso bajo los pies, indicador de un suelo saludable y bien estructurado.
Sin embargo, la mentalidad tradicional de la ciudadanía y trabajadores y funcionarios públicos presenta un desafío significativo. Según Dehesa Mitre, existe una creencia arraigada de que el suelo debe estar libre de hojas para verse limpio, lo que lleva a la práctica de barrer las hojas secas.
“Esto no solo es innecesario, sino perjudicial,” advirtió. “Al remover la hojarasca, se expone el suelo a la erosión, se pierde materia orgánica y se contribuye a la desertificación.”
Ante esto, reconoció que es muy relevante generar procesos de sensibilización, pues el adoptar nuevas prácticas ecológicas, como la acumulación de hojarasca, requiere un cambio cultural y de políticas públicas.
‘La gente lo ve como basura, como abandono’
Edgar Iván Huerta Silva, director del parque Las Riberas de Culiacán, también ha enfrentado este reto cultural. “La gente lo ve como basura, como abandono,” explicó Huerta Silva. “Piensan que ver hojas caídas significa que el lugar está sucio, pero en realidad, la hojarasca nutre a los árboles y retiene humedad, especialmente durante sequías.”
Huerta Silva señala que es fundamental cambiar la percepción pública sobre la hojarasca y educar a los visitantes del parque sobre su importancia ecológica. “Hay estaciones del año en las que el parque se ve seco, y eso es natural. No podemos esperar que esté verde todo el tiempo,” añadió.
“La gente necesita entender que esto es parte del ciclo natural del medio ambiente”.
Para enfrentar este desafío, el equipo del parque Las Riberas ha comenzado a implementar prácticas de manejo de la hojarasca, como triturar las hojas caídas y utilizarlas como compost para nutrir el suelo y los árboles. “No es basura,” insistió Huerta Silva. “La verdadera basura son los plásticos y otros desechos que encontramos. La hojarasca es esencial para mantener la salud del parque.”
“Estamos queriendo implementar un sistema para moler las hojas y esparcirlas donde más se necesiten”, explicó. “Pero también es crucial crear conciencia. La gente debe entender que la hojarasca no es sucia ni mala.”
Soluciones Basadas en la Naturaleza
Las soluciones basadas en la naturaleza (NBS, por sus siglas en inglés) son estrategias que utilizan procesos naturales para abordar desafíos ambientales, sociales y económicos, y la hojarasca es un ejemplo de esto.
“La hojarasca es un excelente ejemplo de una solución basada en la naturaleza,” explicó Dehesa Mitre. “Actúa como una capa protectora que retiene humedad, nutre el suelo y previene la erosión”.
Otras soluciones naturales incluyen la restauración de humedales, la reforestación y la creación de jardines de lluvia. Los humedales restaurados, por ejemplo, actúan como esponjas naturales, absorbiendo el exceso de agua y filtrando contaminantes, mientras que la reforestación ayuda a capturar carbono y estabilizar el suelo. Los jardines de lluvia, diseñados para capturar y filtrar el agua de lluvia, también son efectivos para reducir la escorrentía y mejorar la calidad del agua.
En este sentido, el presidente de Guaiacum llama a que los municipios, a través de sus direcciones de medio ambiente y parques y jardínes, a adoptar regulaciones más estrictas sobre la conservación de la vegetación y la hojarasca, siguiendo ejemplos de países como Alemania y Canadá, donde las constructoras que eliminan capas orgánicas del suelo son penalizadas.
Implementar estas prácticas en áreas urbanas y rurales puede crear entornos más resilientes y sostenibles. “Es un proceso lento,” admitió Dehesa Mitre. “Pero si comenzamos ahora, en unos años podremos ver parques con suelos esponjosos y saludables, capaces de soportar mejor las lluvias y evitar inundaciones.”
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