Mazatlan.- En las costas del Estero de Urías, entre la termoeléctrica José Aceves Pozos y las instalaciones de Mazinsa, se encuentran el Instituto Tecnológico de Mazatlán y la preparatoria CETMAR 08.
Primero como estudiante y hoy como docente, Alexis Romero Osuna ha visto cómo durante los últimos 20 años esta zona, que alguna vez fue un ejido rural, se ha ido uniendo a la mancha urbana de Mazatlán, rodeada por industrias y desarrollos urbanos que han impactado negativamente en el ecosistema.
Ingeniera bioquímica y maestrante en Recursos Acuáticos, Alexis reconoce la importancia del humedal y el impacto que diversas actividades han tenido en el Estero de Urías; y como docente ha buscado sensibilizar a sus estudiantes sobre la importancia de estos humedales mediante diversos proyectos, uno de estos es la reproducción del manglar.
“Los ecosistemas de manglar son uno de los ecosistemas más importantes que hay. En el caso de Sinaloa, sustentan a las pesquerías, y hay investigaciones que dicen que la pérdida o la disminución en la cantidad de recursos pesqueros está relacionada con la pérdida de manglares”, cuenta la también delegada por Sinaloa de la Conferencia Regional de Juventud (RCOY).
Restaurando el Estero de Urías
El proyecto de restauración del estero de Urías comenzó hace dos años, centrado en la limpieza y reforestación de manglares. Este ecosistema, uno de los más importantes y afectados de Mazatlán, ha sufrido décadas de contaminación industrial y descargas de aguas residuales.
Cuando hablamos del mangle, explicó Romero, hablamos de cuatro distintas especies, cada una con distintas características y necesidades para su correcta reproducción.
Está el Mangle Rojo (Rhizophora mangle), reconocido por sus raíces aéreas que forman un denso entramado, lo que le permite estabilizar el suelo y proteger las costas de la erosión; el Mangle Negro (Avicennia germinans) con sus raíces respiratorias (neumatóforos) que emergen del suelo; el Mangle blanco (Laguncularia racemosa) de hojas grandes y redondeadas; y el Mangle Botoncillo (Conocarpus erectus), el cual se distingue por sus hojas pequeñas y densas, y su capacidad para tolerar suelos muy salinos.
“Empezamos con la colecta de hipocótilos y ahora estamos en la etapa de crecimiento del mangle. Dependiendo de la disponibilidad de semillas, intentaremos reproducir las otras tres especies, aunque es difícil debido a sus características biológicas”, indicó.
Por sus distintas características, el nivel de éxito de la reproducción de estas especies es bajo, por lo que Alexis ha utilizado distintas técnicas con el fin de buscar mejores tasas de éxito. Así, los experimentos de germinación que realiza en el vivero de CETMAR 08 buscan identificar las condiciones óptimas de luz, temperatura, humedad y demás para la reproducción de manglares, con el objetivo de replicar estos métodos a mayor escala.
“La mayoría de los estudios muestran un bajo porcentaje de germinación, especialmente para el mangle botoncillo, con tasas entre el 5 y el 15%. Sin embargo, acá hemos logrado una supervivencia del 97% en el mangle rojo… Esperamos que al menos el 50% de los mangles (germinados) sobrevivan a la aclimatación y ayuden a mejorar las condiciones del estero”, comentó.
Romero Osuna está convencida de que su trabajo puede ser replicado en otras áreas y espera establecer convenios con instituciones para ampliar los esfuerzos de reforestación. “Queremos manejar esta zona adecuadamente y eventualmente replicar estos métodos en otros esteros afectados”, dijo.
Alexis Osuna, docente en el CETMAR 08, muestra semillas de manglar en su labotarotio.
Los esteros y manglares de Mazatlán
Según cifras de la CONABIO, con una superficie de 77 mil hectáreas, Sinaloa ocupa el cuarto lugar a nivel nacional en cuanto a superficie de manglar; estos humedales brindan servicios ecosistémicos como amortiguar el paso a inundaciones y evitar la erosión en las zonas costeras, capturar carbono de la atmósfera y crear un ambiente propicio para albergar hábitats para la flora y la fauna.
Curiosamente, hace algunas semanas, ante el inminente paso del huracán Beryl, empresarios náuticos de Cancún decidieron resguardar sus embarcaciones en el manglar, señalando que estos son mucho más seguros que las marinas y reconociendo su valor no sólo natural, sino también económico y de seguridad social en las ciudades costeras.
En el caso de Mazatlán, el estudio del 2022 “Pérdida del Mangle por el Mercado Inmobiliario turístico, el caso de Mazatlán, Sinaloa, México” concluyen que la construcción de hoteles y demás desarrollos inmobiliarios “es una fuerte externalidad negativa para los bosques de Mangle de la zona” y documentan situaciones como la recepción de aguas residuales y aguas negras que perturban 12 hectáreas de mangle en el Estero del Yugo.
En el Estero de El Sábalo, añade el documento, sus manglares han sido destruidos a través de rellenos sólidos y deforestación para el desarrollo de un par de marinas privadas: la Mazatlán y la del club de yates de El Cid. Del Estero de Urías se señala que su tala se realiza también para rellenos e invasión de predios para asentamientos humanos.
“Mazatlán, lo que es Mazatlán ahorita, prácticamente el desarrollo turístico ya invadió toda la costa de la ciudad. Recuerdo cuando esta área tenía muy pocas construcciones, solo playa y naturaleza”, reflexionó Romero Osuna sobre el tema, al indicar que esta expansión urbana no se detiene ahí, pues al sur la costa también está siendo afectada por la industrialización y el desarrollo turístico y portuario con proyectos como la ampliación de la boca del puerto de Mazatlán o el desarrollo turístico Estrella del Mar.
Alexis Romero Osuna en el Estero de Urías.
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