Culiacán, Sin.- Enrique Félix Castro es uno de esos personajes históricos de los que hemos escuchado debido a alguna avenida de la ciudad que lleva su nombre, como Benito Juárez, Rafael Buelna o Álvaro Obregón.
No falta algún plantel escolar que también honre a estas figuras del entramado popular, aunque muchos no sepamos cuál fue su aporte o por qué debemos considerar que su existencia fue importante para la entidad y la conformación de una identidad local.
Por suerte, para ese tipo de ociosidades para una sociedad que demanda un crecimiento productivo infinito, contamos con historiadores que invierten su tiempo en abonar a la cultura escrita, y así conocer un poco de nuestra historia regional.
Podemos afirmar que, en principio, “El Guacho” Félix, como lo llamaba su círculo más cercano, es importante porque fue uno de los principales ideólogos, quizás después que Eustaquio Buelna, de lo que deberían ser las directrices de la hoy Universidad Autónoma de Sinaloa y su misión educativa en el estado.
De ello nos habla el estudioso Ronaldo González Valdés en su más reciente libro (apenas en vísperas de publicarse) “Tiempo y perspectiva: El Guacho Félix, misionero secular”, donde pretende hacer la primera biografía intelectual de este icónico personaje.
Ahí, el autor trata de construir el pensamiento que guió su conducta, las lecturas que leía, los escritos que creaba, pasando por casi todos los géneros que nos dejó para ser consultados, desde poesía hasta ensayos políticos e inclusive textos psicoanalíticos donde llegó abordar el comportamiento de los sinaloenses.
Obligatoriamente en el libro se menciona el contexto histórico en que le tocó vivir a “El Guacho” Félix, un Culiacán de los años 30’s y 40’s que despegaba económicamente debido al auge de la agricultura tecnificada y exportadora.
Bajo esas condiciones económicas de las que todos querían ser parte en esos años, ¿podemos imaginar a un personaje que se declaraba abiertamente marxista? Pues uno de esos fue Enrique Félix Castro, como lo comenta Ronaldo González.
“El Guacho” Félix nació en Culiacán el 31 de octubre de 1911 en plena revuelta armada producto de la Revolución Mexicana. Fue hijo no reconocido del ingeniero Enrique Peña Alcalde, un catedrático del Colegio Civil Rosales (antecedente de la UAS), mientras que su madre fue una ama de llaves de nombre Alberta.
Aquello no le impidió tener una educación superior en una época donde solo las personas privilegiadas y uno que otro becario tenían acceso. Primero ingresó al Seminario Conciliar Tridentino de Sonora, con sede en Culiacán, en 1924; sin embargo, desertó de un futuro religioso para ingresar al Colegio Civil Rosales para cursar estudios de profesor normalista.
A principios de los años 30’s alcanzó relevancia pública en el estado al convertirse en uno de los líderes del movimiento de estudiantes que reivindicaba la vinculación de la universidad con causas populares. Posteriormente, fue becado por la institución para estudiar en la Escuela Nacional de Maestros, en la Ciudad de México, y a su regreso se enlistó en la planta docente del Colegio Civil Rosales.
Con apenas 26 años de edad “El Guacho” Félix llegó a tener el segundo cargo más importante de la universidad como su secretario general, esto en el periodo de la UAS cuando se llamó por breve tiempo Universidad Socialista del Noroeste, durante el gobierno del presidente Lázaro Cárdenas.
Posterior a ello tuvo fricciones con los gobiernos estatales en turno al grado de ser exiliado a la Ciudad de México; durante un golpe de suerte, el entonces candidato a la gubernatura de Sinaloa, Pablo Emilio Macías, quedó impresionado por sus dotes en la oratoria, en 1944, y lo regresó de nueva cuenta a la entidad como su titular de educación pública.
Aquí comenzó su segundo periodo donde se consolidó como un educador, al elaborar y promover una Ley de Educación de Sinaloa que finalmente fue aprobada por el Congreso del Estado, en 1945.
Tal vez lo más destacado en esta administración en lo que a educación se refiere, fue la fundación de la Escuela Normal de Sinaloa, en 1947, separándose de la Universidad de Sinaloa que hasta ese momento era la única responsable de formar profesores.
Desafortunadamente también en el gobierno de Macías comenzó el declive de este personaje, ya que al ser destituido por un malentendido por este gobernador, se regresó a la Ciudad de México donde pasó sus últimos años en soledad y víctima de un alcoholismo que le prolongó su muerte en 1965.
Para Ronaldo González Valdés, Enrique “El Guacho” Félix sigue siendo el intelectual más singular que haya alumbrado tierras sinaloenses, lo ve como un pensador claro y erudito amalgamándose a una insólita imagen de Sinaloa. Ya en los años 70’ y 80’s, recuerda, los dirigentes de la izquierda universitaria sinaloense lo citaron con una admiración retórica.
“Su figura sigue esperando ser apreciada historiográficamente. Salvo alguna excepción, para sus coetáneos su recuerdo ha sido objeto de un culto lírico y romántico, quizá por su prematuro fallecimiento en condiciones de olvido de sí mismo y por un descargo de conciencia de quienes, en sus buenos días, se fascinaron con su prosa y su oratoria deslumbrantes”, sostiene el autor.
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