Sinaloa.- Al hacer pública la videograbación que registró el momento del supuesto atentado ocurrido el 25 de julio en la gasolinera de La Presita, en el contexto del asesinato del Héctor Melesio Cuén Ojeda, la Fiscalía General del Estado abre un abanico de interrogantes que le abonan confusión a un hecho de violencia cuya investigación ha sido atraída por el Ministerio Público federal.
Por el bien de la víctima y su familia, pero sobre todo para sacar a Sinaloa de la secuencia de especulaciones formuladas en lo local, nacional e internacional, las autoridades de procuración de justicia están obligadas a realizar la labor con mayor empeño técnico y científico, pues las pesquisas durante tres semanas las muestran con igual o mayor confusión que aquella que induce el miedo por la eventualidad de que la alta delincuencia se confronte a raíz de la entrega de Ismael Zambada García, sea voluntaria o a través de la traición.
En principio, las fiscalías estatal y nacional deben cuidar la confiabilidad de las evidencias y proteger la identidad de los testigos para que desde ambas vertientes resulte fortalecida la correspondiente carpeta de investigación que está urgida de credibilidad frente a los dos versiones que existen: la muerte de Cuén Ojeda que derivó de un posible intento de robo de vehículo, o la que dio a conocer “El Mayo” en la carta que hizo pública el sábado donde afirma que el dirigente del Partido Sinaloense “fue asesinado a la misma hora y en el mismo lugar donde yo fui secuestrado”.
Con la investigación a su cargo, la FGR tiene ahora la responsabilidad de desentrañar la verdad sobre la muerte de Cuén Ojeda y la conexión o desvinculación que el homicidio tenga con la detención de Zambada y entrega de éste a la judicial estadounidense, poniéndole un hasta aquí a pesquisas que exhiben más prisa por adelantar líneas de investigación que por esclarecer los delitos.
Conocer la verdad no será resultado de un ejercicio de intuición pública ni de instituciones que se suman a la rumorología al ser incapaces de resolver con instrumentos de la criminalística eventos violentos de alto impacto que cimbran a los ciudadanos y también al gobierno. Cuando los fiscales realizan malabares peligrosos con una y otra línea de investigación lo único que exhiben es incompetencia que es la masa madre de la impunidad.
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