Culiacán, Sin.- Aunque debe buscarse por todos los conductos del diálogo que los funcionarios e instancias que dirigen la Universidad Autónoma de Sinaloa impulsen la necesaria consulta a la comunidad uaseña para sustentar la reforma a la Ley Orgánica de la casa de estudios, en caso de no acceder sí pueden ser las organizaciones estudiantiles y académicas las que efectúen este ejercicio de libre deliberación.
Las autoridades de la UAS y el Consejo Universitario como órgano de cogobierno se niegan a entrar en diálogo con el Congreso del Estado y los grupos afines a la reforma, más por el miedo a perder el control de la institución de educación superior que por un afán auténtico de defender la autonomía que conciben como régimen de excepción donde el uso de recursos públicos no obligue a la transparencia, manejo legítimo y racionalidad administrativa.
En la situación que vive actualmente la Universidad, con sucesos que generan sospechas sobre la supuesta penetración de delincuencia organizada en el campus, o al menos la posible colusión de líderes de la casa de estudios con capos del narcotráfico, cobran sentido de urgencia las medidas de rescate a la UAS para la educación de mejor calidad y como reserva moral de la sociedad sinaloense.
El Congreso del Estado ha dado pasos firmes en las semanas recientes con la lectura a las 36 iniciativas, en su mayoría ciudadanas, de reforma al estatuto interior de la UAS que fueron presentadas al Legislativo, y definió también las seis preguntas que se formularán en la consulta, que tienen que ver con paridad de género, paridad universitaria, elección democrática de rector, directores y consejeros, así como rendición de cuentas y revocación de mandato.
Hoy más que nunca importa deliberar qué tipo de Universidad necesita Sinaloa en la vertiente donde la educación es la única vía posible para trasponer umbrales de incertidumbre, pérdida de valores y delincuencia colocada como gobierno ilegítimo hasta en aquellas áreas vitales para la acceder a la armonía soportada en el estado de derecho. A la comunidad universitaria le corresponde llevar la batuta del esfuerzo reformista, pero con el acompañamiento unánime de los sinaloenses que han sabido siempre cómo mantener a salvo al alma máter.
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