Por Victoria Dittmar y Mike LaSusa | InSight Crime
En una calle desierta y sin pavimentar de la comunidad rural de La Loma, un jóven de unos veinte años permanece parado en una esquina durante las primeras horas de una mañana nublada. En su cadera tiene varios radios y, al menos, una pistola.
Sus ojos recorren con atención el entorno, observando quién transita por la calle, quién se dirige a las parcelas de maíz a las afueras del pueblo y quién muestra comportamientos sospechosos. Al pasar automóviles desconocidos, el joven se comunica por radio, y de inmediato dos personas en motos salen a perseguir el vehículo para asegurarse que no sean intrusos.
La Loma tiene ojos como los de este joven en todas partes. Con un poco más de mil habitantes, este poblado se encuentra junto a la carretera federal 15D, la cual, según varias fuentes consultadas por InSight Crime, es una de las fronteras invisibles que dividen el territorio de la Mayiza y el de los Chapitos, en el municipio de Culiacán, capital del estado de Sinaloa.
Ambos grupos son facciones del Cartel de Sinaloa. El primero está vinculado con Ismael Zambada García, alias “El Mayo”, quien fue detenido el pasado 25 de julio en un aeropuerto privado en Nuevo México, Estados Unidos, y será procesado en una corte federal por varios cargos relacionados al narcotráfico. El segundo grupo está conformado por los hijos de Joaquín Guzmán Loera, alias “El Chapo”, quien desde 2017 también está preso en Estados Unidos.
Tras la captura de El Mayo, la tensión entre la Mayiza y los Chapitos se ha agudizado en Culiacán, que históricamente ha sido el epicentro de las actividades del Cartel de Sinaloa. La versión que actualmente predomina en el discurso internacional – y la que cree la mayoría de las fuentes consultadas por InSight Crime – sugiere que Zambada fue traicionado y llevado en contra de su voluntad hacia las autoridades estadounidenses por Joaquín Guzmán López, integrante de los Chapitos y también detenido ese día en una entrega voluntaria.
Esto ha generado especulaciones sobre una escalada de violencia motivada por venganza o ajuste de cuentas. El Ejército mexicano, por ejemplo, anunció el despliegue de más de 200 soldados a Sinaloa el día después de la captura para “garantizar la seguridad y permitir que todas las actividades de la sociedad se sigan desarrollando”.
Disparos de advertencia
Tres semanas después, comienzan a haber algunos indicios de violencia. El 17 de agosto, por ejemplo, fueron asesinadas siete personas, en las que se encontraban al menos tres operadores de la Mayiza en el municipio de Elota. Y el 2 de agosto, el Ejército ultimó a seis personas durante un presunto enfrentamiento en La Loma. Se presume que al menos una de ellas no tenía vínculos con el crimen organizado, sino que trabajaba en las parcelas de maíz, según aseguró su familia a InSight Crime.
Al entrevistar a varias personas en La Loma, pocos se atrevieron a hablar sobre el incidente o su posible relación con las consecuencias de la captura de El Mayo. Bajo la constante vigilancia de «punteros» como el joven de 20 años, la tensión y la incertidumbre sobre el futuro eran palpables.
“Quién sabe qué vaya a pasar pero yo ahorita no confío en nadie”, dijo a InSight Crime una mujer de aproximadamente 40 años, que pidió no revelar su nombre por miedo a represalias.
Estas perspectivas también se reflejan en el hampa. InSight Crime entrevistó a cinco personas involucradas en diversas etapas del tráfico de drogas en Sinaloa. Todas eran conscientes de la actual tensión entre los Chapitos y la Mayiza y, por ello, habían adoptado posturas más cautelosas.
Sin embargo, al igual que los habitantes de La Loma, compartían la incertidumbre sobre cuándo podría estallar esta tensión. Involucrarse en una guerra frontal en su propio bastión no parecía ser una opción. Al menos, por ahora.
La cortina de hierro en Sinaloa
Con la salida de El Mayo, Ismael Zambada Sicairos, alias “Mayito Flaco”, presuntamente ha quedado al mando de la Mayiza. Es el único hijo de El Mayo que presuntamente sigue operando en Culiacán, tras la detención de varios de sus hermanos. Algunos de ellos han cumplido condenas en Estados Unidos, donde también han colaborado en distintas medidas con la justicia.
No hay certeza sobre por qué el Mayito Flaco no ha respondido de manera frontal a la supuesta traición del Chapito. Sin embargo, las fuentes que hablaron con InSight Crime creen que podría ser parte de una estrategia para mantener un perfil bajo y evitar atraer la atención del gobierno, o porque aún no tiene los recursos suficientes para enfrentarse a los Chapitos, quienes han acumulado un gran número de pistoleros en sus filas a lo largo de los años.
Independientemente de la razón, las líneas divisorias entre ambas facciones – históricamente unidas por lazos de compadrazgo – se están volviendo más pronunciadas, según las fuentes consultadas. Esto ha convertido a comunidades “fronterizas”, como La Loma, en puntos de alta tensión.
“Lo que hizo el Chapito no tiene nombre”, dijo un traficante de metanfetamina y fentanilo en un poblado a las afueras de Culiacán, también cercano a la línea divisoria, que habló con InSight Crime en condición de anonimato. “Claro que muchos estamos enojados”.
Las divisiones incluso podrían replicarse en el sistema penitenciario. Una persona que trabajó de manera independiente en la producción de fentanilo en Sinaloa y que actualmente está recluida en el Penal de Aguaruto, en Culiacán, dijo a InSight Crime que recientemente se ha vuelto más relevante entre los privados de libertad elegir un bando.
«Hay mucho temor y pánico con las nuevas reglas que ponga [el Mayito Flaco]», añadió.
Lucha o huida
A final de cuentas, la decisión de responder o no a la supuesta traición será tomada por la cúpula de poder de la Mayiza. Pero mientras eso sucede, varias personas que trabajan en eslabones más bajos de la organización se están adaptando y se mantienen particularmente alertas, como los punteros de La Loma.
Para algunos, estas medidas han sido drásticas. Un coordinador de varios laboratorios clandestinos, que ha trabajado tanto con los Chapitos como con la Mayiza, habló con InSight Crime bajo condición de anonimato y aseguró que la actual situación lo obligó a salir de Sinaloa de manera indefinida.
“Ahorita no puedo volver. Tengo que esperar a que se estabilicen las cosas”, dijo durante una entrevista telefónica. Su principal preocupación es que ha colaborado estrechamente con ambos bandos, lo que lo coloca en una situación delicada en caso de que estalle una guerra.
El traficante de metanfetamina y fentanilo en las afueras de Culiacán agregó que también conoce a varias personas que han salido de Sinaloa por razones similares.
Por otro lado, quienes deciden permanecer en Culiacán buscan ser más discretos con su trabajo. Todas las fuentes consultadas por InSight Crime coinciden en que un aumento de violencia entre los Chapitos y la Mayiza sería negativo para sus negocios. Implicaría una mayor presión por parte del Estado, la redirección de recursos hacia la compra de armamento, y un deterioro en la relación con la población local.
Por ejemplo, un productor de drogas sintéticas que trabaja en otro poblado controlado por la Mayiza a las afueras de Culiacán comentó que la creciente presencia del Ejército tras la captura le está trayendo problemas, por lo que no considera conveniente atraer más atención.
“Hay mucho gobierno ahorita por aquí. Eso me preocupa. Tengo que cuidarme más”, dijo en una reunión en la sala de su casa, en donde se aseguró de cerrar todas las cortinas para que nadie lo viera reunido con personas externas al pueblo.
El mismo Mayo Zambada supuestamente pidió que se mantuviera la paz en Sinaloa y se evitaran reacciones violentas en una carta publicada por su abogado.
“Ya hemos seguido ese camino en el pasado y todos salimos perdiendo”, dice la carta, originalmente publicada en inglés.
Eventualmente, es probable que la guerra sea inevitable, especialmente porque la presunta traición del Chapito implica una ruptura de “códigos” que las diversas facciones del Cartel de Sinaloa han forjado para mantener la paz en casa.
“No sé qué vaya a pasar pero si nos atacan, acá la Mayiza tiene varias camionetas blindadas listas,” dijo el traficante de drogas sintéticas en poblado “fronterizo”.
“Solo falta que den la orden”.
Guerra proxy en la frontera
A unos 1.500 kilómetros de Culiacán, la situación podría ser distinta. En la zona cercana a la frontera de Estados Unidos, en los estados de Sonora y Baja California, los Chapitos y la Mayiza llevan años involucrados en una guerra proxy mediante sus respectivos brazos armados: los Salazar y los Rusos.
Las disputas iniciaron después de la captura de El Chapo, y se centran principalmente en el control de los corredores fronterizos y de los mercados locales de consumo de drogas, según un funcionario de seguridad que habló con InSight Crime bajo condición de anonimato, al no estar autorizado a hablar públicamente del tema.
En las últimas semanas han comenzado a haber indicios de un posible repunte en la tensión entre ambos grupos. El 31 de julio, por ejemplo, el grupo asociado a los Chapitos presuntamente colgó un mensaje a las afueras de la ciudad fronteriza Mexicali, en el que amenazó a las autoridades por supuestamente colaborar con los Rusos.
No obstante, incluso si esta guerra se intensifica, la naturaleza descentralizada del tráfico de drogas, sobre todo de drogas sintéticas, implica que no necesariamente habrá disrupciones en el suministro a través de la frontera. Además de los Chapitos y la Mayiza, existen docenas de redes criminales en el país que continuarán operando.
Por ejemplo, dos personas que participan en la producción y trasiego de fentanilo en Baja California, así como un mayorista de metanfetamina en el occidente de Estados Unidos, dijeron a InSight Crime que su flujo de trabajo no ha disminuido en las últimas semanas.
“No me afecta la captura [de El Mayo]. Si no trabajamos con él, será con otro”, dijo el mayorista.
*Miguel Ángel Vega contribuyó al reportaje de este artículo.
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Este trabajo fue realizado por InSight Crime. Para consultar el contenido original, dar clic aquí.
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