Tanta sincronía y unanimidad en el proceso para designar a Claudia Sánchez Kondo al frente de la Fiscalía General del Estado, coincidencias que desde que ella se registró para participar hicieron previsible el desenlace, ocasionan la duda de si en realidad se optó por el mejor perfil u operaron indicaciones desde palacio de gobierno para que los factores ciudadano, gubernamental y legislativo se alinearan en legitimar una decisión tomada de antemano.

La interrogante, con la correspondiente dosis de sospecha, emana del razonamiento social en el sentido de que por cuidar la credibilidad y moralidad de la Fiscalía General del Estado debió dejarse al margen la aspiración de Sánchez Kondo, ya que ella se desempeñaba como vicefiscal de la zona centro al realizarse las periciales sobre el asesinato de Héctor Melesio Cuén Ojeda, dirigente del Partido Sinaloense, labor forense cuestionada y desechada por la Fiscalía General de la República, lo cual generó la renuncia de Sara Bruna Quiñónez, hoy extitular de la FGR.

Además, el procedimiento para el nombramiento de la nueva fiscal adquirió rasgos de atípica concordancia cuando en la toma de una decisión tan complicada el Consejo Estatal de Seguridad Pública puso a Sánchez Kondo en el primer lugar de la lista de los cinco mejores perfiles, misma que le turnó al gobernador Rubén Rocha Moya; luego el mandatario estatal la mantuvo a la cabeza de la terna que envió al Congreso del Estado, y a su vez el Poder Legislativo la designó en el cargo.

 

Será que los sinaloenses no estábamos a acostumbrados a manejos políticos tan tersos en un gobierno que lo problematiza todo, o quizá tras los hechos del 25 de julio que cimbraron a Sinaloa la expectativa pública le apostó a que emergiera una Fiscalía más confiable, oxigenada por un gran fiscal en verdad autónomo, y que en vez de seguir a ciegas líneas de investigación profundice en la investigación de los delitos y logre obtener la verdad jurídica para que la justicia haga lo que le corresponde.

Con la decisión ya tomada y la experiencia de que Sara Bruna Quiñónez, gran jurista que fue puesta al frente de la FGE en 2021 porque mostró carácter, honestidad y conocimiento de la ley, se vio precisada a renunciar, no queda más que darle el voto de confianza a Sánchez Kondo para que con hechos limpie la mácula que le deja el caso Cuén, pero sobre todo que demuestre que con el currículum que la respalda puede alinear a su favor a todos los factores y actores del poder sino, fundamentalmente, dé visos de que también dará resultados en abatimiento de la impunidad.

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