Culiacán, Sinaloa.- Aparte de lo que aportan algunas publicaciones alarmistas en redes sociales y medios de comunicación, es el Gobierno de Sinaloa el que no desarrolla todavía un sistema de información inmediata a la población para dar a conocer la realidad durante el desarrollo de eventos de violencia como el registrado ayer en la zona de Paredones, al norte de Culiacán, que generalizó el miedo y caos en la capital del estado.
Sorprende la lentitud con la que intervino la Secretaría de Seguridad Pública en contraste con la veloz dispersión de datos falsos, o al menos no corroborados, que fueron los únicos que tuvo a su alcance la ciudadanía como soporte en la toma de decisiones por cierto sustentadas en la psicosis que quedó después de los Culiacanazos del 17 de octubre de 2019 y 5 de enero de 2023, cuando una célula del narcotráfico les disputó a las fuerzas policiaca y militar el control de la ciudad capital.
Es inadmisible que el secretario de Seguridad, Gerardo Mérida Sánchez, quien se supone tiene acceso a información de primera mano, saliera con el primer llamado a la calma a tres horas de que corrió el miedo como reguero de pólvora derivando las crisis del transporte urbano, vialidades congestionadas, trabajadores desalojados de sus centros de trabajo, escuelas que apuradamente sacaron a los alumnos de las aulas y familias que se preparaban para lo peor. Una hora después de que lo hiciera el titular de SSP, procedió el gobernador Rubén Rocha a realizar igual exhorto a la tranquilidad.
No obstante que los episodios de violencia y miedo se repiten en el momento y lugar que menos se esperan, las autoridades sinaloenses no tienen el protocolo de alerta y control inmediatos propiciando que la anarquía domine para que logren colocar sus fake news las plataformas digitales que buscan ganar audiencias propalando alarma y construyendo hipótesis catastrofistas que ni siquiera se toman la molestia de desmentir cuando la verdad llega.
Este 29 de agosto, otra vez en jueves, la morosa versión oficial y la puntual divulgación de amarillismo puro alentaron otra crisis de seguridad pública en Culiacán con el protagonismo del silencio gubernamental y el sobresalto generado por noticias de ética nula, la amalgama perfecta que deja latente el miedo permanente en que vive la gente desde hace casi cinco años. Y la delincuencia organizada corrobora que los sinaloenses somos sus rehenes al cargar con el trauma de cuanto Culiacanazo perpetren.
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