Al instalarse la 66 Legislatura del Congreso de la Unión fue inaugurada también la mayoría servil al jefe del Ejecutivo Federal que se dispone a anular la independencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación como el rasgo indeleble del autoritarismo que marcará en la historia al presidente Andrés Manuel López Obrador, a diputados federales y senadores del Movimiento Regeneración Nacional más aliados, y en su conjunto al régimen autodenominado Cuarta Transformación.
Señal de un modo de justicia que se dicta desde Palacio Nacional para quien se oponga a las iniciativas y políticas públicas de López Obrador, quien intenta tener el mando más allá de su período sexenal que concluye al terminar este mes, la aberración del juicio político a los dos jueces que otorgaron dos suspensiones provisionales para frenar el avance de la reforma judicial remarca el paso de México hacia la tiranía.
El presidente, su sucesora Claudia Sheinbaum, y las bancadas de Morena en la Cámara de Diputados y Senado de la República ignoran la protesta de organismos y gobiernos internacionales, las movilizaciones de integrantes del Poder Judicial, las manifestaciones de sectores y todo el contexto que advierte de que la sujeción de la judicatura a los caprichos del Mandatario federal pone al país en la ruta contraria a la lucha social por la democracia, separación de poderes, transparencia y prevalencia del orden constitucional.
Ante la obediencia a ciegas de diputados y senadores de Morena que construyeron de manera también cuestionada la mayoría calificada, el acatamiento sumiso de la Presidenta electa, y la confabulación de los gobernadores de la 4T, llegó la hora de que los ciudadanos salgamos de nuevo a restablecer el dominio de la Carta Magna por encima de la tentación dictatorial tendiente a que una sola persona determine unilateral y arbitrariamente el futuro de millones de mexicanos.
Al margen de partidos, sin importar las fobias y filias ni que los programas sociales condicionen a firmarle un cheque en blanco al despotismo, lo que apremia en estos momentos es la defensa de las instituciones nacionales para la correcta justicia, democracia y rendición de cuentas.
Entrar a la corriente autoritaria que gana terreno en América Latina significará un costo muy alto en libertades, derechos y acción cívica y por tanto hoy hay que decidir en qué capítulo de la historia queremos aparecer: el de la 4T que usa el poder para aplastar la legalidad y gobernabilidad, o el de ciudadanos que se alzarán pacíficamente para preservar la constitucionalidad viable y protectora.
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