Los trabajadores y visitantes del centro de Culiacán hablan sobre su percepción de seguridad. La mayoría declara sentir un ambiente de incertidumbre, y afirman que es la necesidad de ganarse el sustento la que les obliga a salir de casa.

Desde el comienzo de la ola de violencia en Sinaloa, la capital sinaloense ha sido el escenario de un repunte en delitos como el homicidio, el robo de vehículos y robo a locales comerciales. Desapariciones forzadas, enfrentamientos armados y bloqueos carreteros se han vuelto, lamentablemente, el pan de cada día en Culiacán. Así lo reflejan las estadísticas de la Fiscalía General del Estado.

El miedo persiste en Culiacán.

 

Al preguntar a los culichis su sentir con respecto a su sensación de seguridad al salir a hacer sus actividades diarias, se obtienen respuestas tan variadas como interesantes, pero que, por lo general, se mantienen sobre la misma narrativa: el miedo persiste en Culiacán.

Por ejemplo, Don Nicerato, quien esperaba el camión para volver a casa después de una jornada de trabajo nocturna, afirma que personalmente se siente seguro, pero que es imposible ignorar el estado de temor que aun percibe en la sociedad.

“Sí me siento seguro. El detalle es que tal vez yo me sienta seguro, pero la demás gente a mi alrededor no. Hay veces que la misma sociedad nos pone más nerviosos con la información, los comentarios. En el ambiente, incertidumbre es la palabra clave“.

 

Víctor, igualmente esperando su transporte, contesta en un enunciado que define fielmente en lo que se ha convertido la violenta cotidianidad en Culiacán:

“Pues se mira más movimiento, más tráfico de gente. Yo me siento inseguro, igual que siempre

 

Don Tomás, que trabaja checando las llantas de los camiones, afirma que las cosas no han mejorado. Él termina su turno y vuelve a casa a las 11 de la mañana, y aun así siente la inquietud de salir al trabajo cada día. Comenta:

“Desde que empezaron las cosas mal, no hay seguridad. Venimos porque tenemos necesidad de comer, si no, no veníamos

 

Don Mario, persona en situación de calle que vende monedas antiguas para sustentarse, expresó su miedo ante las balaceras. “¿A dónde corre uno?“, se pregunta. Don Fernando, pensionado que descansaba en la Plazuela Obregón después de hacer sus compras de la mañana, dice que la inseguridad ha hecho que él y su familia traten de salir lo menos posible de casa.

Una joven que se dedica a la venta de pulseras frente a la catedral también opinaba al respecto, en el contexto de un reciente “cristalazo” que sufrió la tienda Dportenis en contraesquina del Ayuntamiento, a escasos metros de donde ella tiene establecido su punto de venta. Afirmaba no sentirse segura, apuntando como principal problema la indiferencia de la autoridad. “Hace falta más seguridad“, aseguraba.

Dentro de todo, hubo personas a quienes, afortunadamente, la violencia parece no haber alcanzado y declararon no sentir nada fuera de lo común. Sin embargo, estas resultan una minoría frente a la cantidad de testimonios opuestos. El balance arroja que, de 9 personas entrevistadas, 7 externaron preocupaciones sobre la situación de inseguridad.

Repunte de la violencia: más allá de una simple sensación.

 

De acuerdo con cifras de la FGE, en octubre las incidencias del delito de robo a local comercial en Sinaloa tuvieron un repunte del 65% sobre el promedio del resto del año.

En el caso del homicidio doloso, en octubre este se disparó en 239% arriba del promedio de los meses anteriores del 2024 en el estado.

Por último, el robo de vehículo también registró un aumento alarmante en el mismo mes, 163% por encima del promedio anual previo.

Ante esta ola de violencia, las autoridades estatales y municipales han expresado en más de una ocasión que los tres niveles de gobierno se encuentran trabajando en conjunto para contener la inseguridad. Sin embargo, tanto las cifras como la percepción ciudadana muestran que dichos esfuerzos están dejando a deber.

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