Me siento ansiosa, confundida, indignada y, sobre todo, bastante paranoica debido a la situación actual en Culiacán. Esta inseguridad me acompaña en todo momento, incluso en casa. Siento que me estoy retrasando en mis clases; aunque mis maestros hacen lo posible por ofrecernos una educación digna a través de plataformas digitales, no aprendo igual. Sin embargo, aún no me siento capaz de asistir a la escuela o salir de casa. El miedo a un posible disturbio o enfrentamiento me paraliza.

Ya que en cada disturbio o enfrentamiento el transporte público se desvia de sus rutas, y los precios de Uber son exorbitantes, lo que limita mis opciones. Me preocupa profundamente el bienestar de mis familiares y amigos cada vez que salen a trabajar o a estudiar. Me horroriza la falta de apoyo y soluciones para restablecer la normalidad. Cada día nos llegan noticias de cuerpos encontrados y personas desaparecidas, y es desgarrador ver la violencia constante. Este clima de terror se siente como una pandemia provocada por los seres humanos, obligándonos a permanecer resguardados.

He tenido días más difíciles que otros. A veces, me consumen pensamientos negativos, me siento impotente y la tristeza se hace presente. En estos momentos de estrés, estoy constantemente preocupada por la seguridad de mis seres queridos.

A pesar de todo, trato de canalizar mis emociones. Escribo en mi diario, bailo, medito, me tomo descansos de la información negativa y realizo actividad física. Estas actividades me ayudan a despejar la mente y enfrentar los momentos difíciles.

Le pregunto a ustedes: “¿Cómo podemos transformar el miedo en acción para buscar un cambio en nuestra realidad?

Por Silvia Alejandra Urías Miranda