Doña Guillermina lleva toda su vida vendiendo dulces en el centro de Culiacán. Con la llegada de la ola de violencia, su negocio, como muchos otros en la ciudad, se ve amenazado por las bajas ventas. Pese a haber sido beneficiaria del apoyo emergente otorgado por el gobierno municipal a los comerciantes, asegura seguir “en las mismas condiciones“.
“Yo, desde que empezó esto, me he visto puro para abajo. Si no fuera por una pequeña pensión que me dejó mi esposo, ya no la estuviera contando”, contó a ESPEJO.
Desde el 9 de septiembre, el repunte delictivo en Sinaloa, especialmente en la capital y comunidades aledañas, atemoriza a la sociedad. El miedo a ser objeto de alguno de los crímenes cuya incidencia ha venido en aumento mantiene a muchos resguardados en sus casas, en la medida en que esto les es posible.
La ola de violencia, que hoy ya contabiliza, por lo menos, 504 desaparecidos y 434 asesinatos en todo el estado, ha herido a muchas de las actividades económicas que se realizan en el estado, siendo el comercio quizás la más notoria, por su efecto tan directo en los ingresos de quienes se dedican a este.
Desde los 14 años, Guillermina Acosta vende en el centro de Culiacán. Fue con base en la venta de dulces, bolsas de cacahuates y vasos de fruta que, junto con su esposo, sacó adelante a una numerosa familia de 10 hijos. Hoy viuda, sigue colocando su puesto pese a los años, enfermedades, y las peticiones de su familia de dejar de trabajar.
Para Guillermina, el repunte en la criminalidad, o como ella lo llama, “las balaceras“, han significado una fuerte caída en sus ventas, y una preocupación constante que ha agravado su estado de salud, ya de por sí delicado por la diabetes. “Salimos de la casa y sale uno con el Jesús en la boca”, dice.
“Me siento triste porque no hay venta. Simplemente antier, ¿ya ves que hubo una balacera fea? Pues se me perdió toda la fruta.
Anoche casi no dormí. Yo compro para toda la semana y no hay venta. Ya tiré. Siempre, llevo como 800 pesos tirados [esta semana]“
Desde el inicio de la jornada violenta, dice que puede llegar a vender hasta 5 vasos de fruta al día, que ofrece en 50 pesos cada uno. La disminución de la clientela también ha contribuido a que acumule una deuda cuantiosa con sus proveedores, en el mercado de abastos.
La vendedora prevé que en este diciembre, el mejor mes del año para los comerciantes del área, las ventas continúen escaseando.
“Yo pienso que ahora, para Navidad, para diciembre, no va a haber venta. Yo ahorita ya estuviera vendiendo bien años atrás. O no tan bien, pero por lo menos me daba el lujo de apartar una feriecita para comprar algún regalito pequeñito, algo así, para los nietos. Ahora, ni eso.”
Apoyo emergente a comerciantes: “Estoy en las mismas condiciones”.
Guillermina afirma haber recibido el estímulo económico que, por petición de las uniones civiles y de comercio, el gobierno municipal repartió a vendedores en vía pública de Culiacán. En su caso, le fue otorgado un cheque de 5 mil pesos hace alrededor de un mes. Al preguntarle sobre la magnitud del apoyo que esto le supone, ella declara:
“De algo me ayudó, porque sí pagué. Debía mucho en el Mercado de Abastos. Pero estoy en las mismas condiciones, igual. Osea, nos han ayudado, pero no podemos avanzar porque no nos dejan avanzar“.
“Toda una vida” ha vendido Guillermina en el centro. Actualmente, su puesto se ubica frente al edificio de Correos de México.
La historia de medio siglo del puesto de dulces de Guillermina podría llegar a su fin, ante el trance en el que se encuentra la actividad comercial de la capital sinaloense.
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