Sinaloa.- La crisis de derechos humanos que el activista Óscar Loza Ochoa advertía a pocos días de iniciada la ‘guerra’, ha generado acciones de quienes buscan ser un apoyo ante la necesidad de las personas en las comunidades de Sinaloa.
Desde las ciudades, ciudadanos interesados y relacionados con los territorios rurales y espacios naturales de Sinaloa organizan eventos para y en beneficio de aquellas zonas asoladas por la violencia.
Eventos que se hubieran realizado en sitios como Acatitán o Cabazán, en San Ignacio, o El Palmito, en Concordia, han sido cancelados o, en el mejor de los casos, reubicados ante el miedo por los constantes enfrentamientos en la región centro de Sinaloa. En otros casos, se han organizado de manera expresa en apoyo a aquellas personas afectadas por la violencia en estas regiones.
Uno de estos es el Festival Silvestre, un evento que originalmente buscaba invitar a los sinaloenses a acudir Acatitán, en San Ignacio, y conocer las riquezas bioculturales de esta comunidad serrana.
Sin embargo, ante la imposibilidad de garantizar la seguridad de los asistentes, el festival se mudó a Culiacán el pasado 30 de noviembre, buscando traer a la ciudad un poco de lo que este pueblo ofrece en cuanto a atractivos turísticos.
“El evento se iba a realizar en octubre allá en Acatitán, pero por las dificultades que empezaron desde septiembre, no había condiciones de seguridad y tampoco podíamos arriesgarnos, ni a nosotros, ni a la gente”, señala la coordinadora del Colectivo Rescate Silvestre e impulsora del evento, Erika Pagaza. Sobre todo, añadió, cuando los mismos pobladores tuvieron que salir debido a la violencia.
Así, el pasado sábado 30 de noviembre, los culichis pudieron conocer la flora y fauna de la región y el acervo de su museo comunitario, así como degustar platillos como sopa silvestre, café de apomo, horchata de muicle y nieve de pitaya con chispas de flor de bugambilia.
La también bióloga, señala que este festival fue parte de un proyecto más grande apoyado por el Fondo de Acción Solidaria A.C. (FASOL), el cual también incluyó la creación de un vivero comunitario y talleres ambientales para la comunidad, como uno de reproducción de plantas locales.
Con apoyo de la asociación Bosque a Salvo y del Museo Comunitario de la Casa del Alto, el colectivo Rescate Silvestre busca impulsar el ecoturismo en la región, una de las vías de desarrollo que Erika ve con potencial en esta comunidad.
Acatitán, “una comunidad pequeña, pero muy cálida”, es un sitio con una gran riqueza gastronómica, histórica y cultural; en este pueblo, gracias a la labor de la asociación Bosque a Salvo, se han promovido recorridos por la selva baja caducifolia, observación de aves, visitas a las ruinas de su pasado Jesuita en el siglo 17 y visita a sitios con petrograbados. Incluso cerca, en la comunidad de Agua Caliente, se encuentra un sitio de aguas termales.
“La intención es que la derrama económica sea en la comunidad, por eso en el cartel se lee que es a beneficio de Acatitán. Porque al final de cuentas lo que nosotros queremos, es que ellos vean que a través de estas actividades de la reproducción de plantas nativas del establecimiento del vivero, se pueden generar muchos proyectos productivos. Y pues sobre todo nosotros queremos generar o fortalecer la elección de otras formas de vida que no tengan que ver con actividades delictivas, que es una de las realidades en las comunidades”, destacó Pagaza.
Por lo pronto, la bióloga ya tiene un nuevo proyecto aprobado para la región durante el próximo año, el cual consistirá en la creación de un Jardín de Mariposas como un espacio para la restauración social y ambiental. Además de la segunda edición del Festival Silvestre que, espera, en 2025 sí se pueda llevar a cabo allá en Acatitán.
“No vamos a dar por perdida la posibilidad, porque entonces sería como rendirnos ante las circunstancias sociales”, puntualizó.
Allá en Acatitán, junto a la asociación Bosque a Salvo, el biólogo y observador de aves Eduardo Quintero, ha acompañado recorridos nocturnos para llamar y observar aves como el Buho Café (Strix virgata).
Debido a su profesión, comentó, ha dado múltiples talleres y acompañado buen número de recorridos en sitios como Acatitán, en San Ignacio, o El Palmito, en Concordia; además de ser un apasionado de los petrograbados. “Todo siempre relacionado con la biología y los estudios de campo, pero a final de cuentas uno se termina involucrando con la gente y haciendo conciencia de que en la ciencia tiene que existir esa inclusión social de la comunidad”, confesó.
Así, Eduardo también ha organizado algunos eventos en apoyo a las comunidades afectadas por la violencia.
El último fue el “Ritual Sonoro en Apoyo a los Desplazados”, una tocada de rock y experimentación sonora que invitó a los mazatlecos a concientizarse y apoyar a las víctimas de desplazamiento forzado en pueblos de la sierra de Concordia como El Palmito, Potrerillos, Chirimoyos, La Petaca o Santa Lucia.
Originalmente planeado para el sábado 28 de septiembre, la tocada se pospuso por el clima de miedo ante el incremento de las desapariciones en Mazatlán durante esos días, y se reorganizó para llevarse a cabo el pasado 16 de noviembre en la terraza del Hotel San Diego en Mazatlán. Los músicos que se solidarizaron con el evento fueron Syd Balam, Cabeza de Diamante, El Isaías, Los Espaciales del Norte, IVIARUM, Fría Bazofia Humana y Massa Mortem.
Eduardo, también músico, comentó que el evento se realizó gracias a la aportación de todos los involucrados, así como el préstamo sin costo del espacio por parte de los dueños del Hotel San Diego. “Algunas bandas pusieron las bocinas, otra la batería y así se fue dando”, dijo.
En total, este evento logró reunir mil 800 pesos, cifra que Eduardo consideró pequeña, pero significativa para seguir señalando la crisis de desplazamiento detonada a partir de la espiral violenta iniciada el 9 de septiembre.
“Sean mil 500 o 5 mil pesos, yo creo que lo más más relevante es que es un evento dedicado a eso, a señalar está situación que está y que sigue sucediendo; y que se está desestimando de parte de las autoridades”, comentó.
Otra iniciativa, también apoyada por Eduardo, fue la rifa de un grabado en linóleo del artista sinaloense Damián Mancha. El artista buscó al biólogo para donar está imagen de la Chara Pinta (𝘊𝘺𝘢𝘯𝘰𝘤𝘰𝘳𝘢𝘹 𝘥𝘪𝘬𝘦𝘺), un ave micro endémica que solo se encuentra en una región cercana a la comunidad de El Palmito, una de las primeras comunidades desplazadas por la violencia.
El grabado es parte de la serie “Habitantes Sin Voz”, proyecto apoyado este año por el Programa de Estímulo a la Creación y al Desarrollo Artístico (PECDA); su donación y rifa fue para Mancha una manera de devolver algo y de agradecer a los pueblos y los espacios naturales de donde sacó inspiración.
La idea, señaló el artista, nace a partir de la incertidumbre que estamos viviendo desde hace meses debido a la narcoguerra, y al mal manejo que el gobierno le está dando. “Todos salimos afectados, pero los más vulnerables son quienes viven en pueblos o comunidades alejadas de la ciudad, con menor alcance a servicios médicos y con recursos limitados”, dijo Mancha a este respecto.
“Es justo y necesario aportar nuestro grano de arena y en mi caso lo hago por medio del arte. Justamente la obra de la Chara pinta muestra lo que vendría siendo un símbolo de estos pueblos de la sierra ya que habita en un punto muy específico de Concordia”, puntualizó.
Como parte del Mes del Jaguar y ante la violencia que vive Sinaloa, el Museo del Jaguar en Cabazán, y la Estación Biológica del Jaguar, en El Carmen, hicieron el esfuerzo de traer algunos eventos a la ciudad, principalmente itinerar el acervo del museo comunitario por escuelas y espacios públicos de Culiacán.
Como una de las principales impulsoras de estos proyectos, la bióloga y ex secretaria de Medio Ambiente de Sinaloa, Yamel Rubio Rocha, lamenta que este tipo de actividades no puedan llevarse a cabo en las comunidades, pues es en los territorios donde la población necesita más y mejores opciones de vida alejadas de la violencia. Sin embargo, por el momento está esta opción de dar a conocer sus riquezas y sus necesidades en las ciudades.
“A final de cuentas el objetivo es el bienestar de las comunidades, de las personas, que son los que dependen de manera inmediata del agua que se produce ahí arriba, son los que dependen de la proteína animal que está en los bosques y que hay necesidad de consumirla, que dependen también de sus tradiciones y buscan conservarlas. Ellos están allá y que bueno que de alguna manera se visibilicen”, comentó.
Tristemente, dijo, muchas iniciativas están pausadas; pero también reconoció que hay veces que toca esperar. “Y vamos a esperar mejores condiciones y no soltar ese hilo conductor que nos une con las comunidades y otros y otras organizaciones de la sociedad civil para buscar la justicia social”.
“Esperamos que esto cambie y estar de nuevo en los en los montes en los bosques compartiendo y disfrutando aprendiendo investigando y también contribuyendo al desarrollo sustentable de nuestro Sinaloa”, puntualizó.
Rosendo Castro, originario de la región de Acatitán y miembro del colectivo Bosque a Salvo, lamentó que tenga que ser la iniciativa ciudadana la que intente de una u otra manera atender a esta población.
“Es indudable que los culichis tienen el corazón de oro, son muy generosos. Se van a tratar de rescatar a Altata, cooperan para ayudar a cientos de músicos y meseros sin trabajo. Cosas que el gobierno, con todo el poder, con todos los recursos, con nuestro dinero que pagamos de impuestos, no ha podido”, dijo.
“Hay gente que quiere cooperar, que quiere ayudar. Pero yo creo que no podemos estar siempre haciendo eso, no podemos los sinaloenses solamente resignarnos”.
“Necesitamos que la autoridad gobierne, que castigue a los malos y que premie a los buenos, eso es el concepto de gobierno; y aquí en Sinaloa no hay gobierno porque no se está castigando a los malos y no se está premiando lo bueno. Es al revés”, consideró.
Hubo, contó Rosendo, algunos ciudadanos que querían rescatar el pueblo de Imala, a 20 minutos de Culiacán. Sin embargo, desistieron cuando el gobierno municipal no pudo garantizar la seguridad del trayecto.
Este primero de diciembre, la secretaría de Bienestar y Desarrollo Sustentable (SEBIDES), reportó la cifra de mil 184 familias desplazadas en 124 comunidades en los municipios de Culiacán, Cosalá, Elota, San Ignacio, Concordia, Rosario y Badiraguato.
Durante esta crisis de derechos humanos, la Sebides ha adoptado una política de “desplazamiento preventivo”, estrategia que consiste dar acompañamiento a las poblaciones durante los procesos de desplazamiento ante la imposibilidad de administrar la seguridad en los territorios.
La secretaria de bienestar, María Inés López Corral, señaló que antes no se les acompañaba a los desplazados, lo que generó que familias quedarán desprotegidas de manera permanente. Hoy, añadió, son atendidos de manera directa y sin intermediarios.
En las comunidades, la Sebides reporta tres rubros de actuación: atención directa en la comunidad, atención a familias desplazadas preventivamente en comunidades de alojamiento y acompañamiento a familias que han retornado por voluntad propia.
Además de reparto de insumos y materiales como despensas de alimentos no perecederos y verduras, cartera de huevos, catres, abanicos, colchonetas impermeabilizantes, láminas galvanizadas, pintura, pipas de agua potable, agua purificada, equipo médico, tinacos, cobijas, kits de higiene personal, kits de limpieza, kits para bebés, y apoyos productivos.
Sin embargo, ante la necesidad, siguen surgiendo iniciativas ciudadanas, como la de una colecta que busca crear un dispensario de medicamentos para las familias desplazadas que ahora viven en Concordia.
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