Culiacán, Sin.- Pese a la idea oficial de que los restaurantes de desayunos regionales han sido uno de los sectores productivos menos afectados en Culiacán por motivos del contexto de violencia, esta tesitura no ha sido así para el restaurante La Limita.

Este rinconcito culinario es una empresa cien por ciento familiar, que tras 12 años de historia, ha sabido atraer al público culichi fiel a la gastronomía de ser sinaloense.

Espejo tuvo oportunidad de conversar con Susana Sarabia, una de sus cofundadoras, quien nos compartió detalles de cómo La Limita ha sobrellevado el clima de inseguridad que todavía inhibe a muchas familias culiacanenses para permitirse momentos de esparcimiento.

“Es una empresa en la que nosotros no hay una generación atrás, hemos estado enfrentando y aprendiendo a conocer el tema del giro, de las necesidades y las adversidades y situaciones”, comenta.

“En el caso de este negocio, hay dos arquitectas, nos vamos jugando con esa parte, mi papá era albañil, entonces, todos los trabajos que hizo hasta que él estuvo vivo siempre fueron trabajos hechos ahorrándonos la parte de lo creativo y la mano de obra”, compartió.

La también arquitecta explica que han ido creciendo artesanalmente porque todo lo ha hecho la familia, desde su construcción, metidos en las obras y hasta para sembrar las plantas; sostiene que con el tiempo la necesidad les hizo hacer más esfuerzo por la misma demanda de los clientes.

“Nosotros hicimos el esfuerzo muy grande el año pasado a raíz de que este lugar, era nuestra casa, nosotros aquí nacimos. Entonces, nosotros somos una familia que nos hemos dedicado a trabajar, aquí hemos estado técnicamente desde que amanece en vueltas y por eso hemos sido organizados con el crecimiento de este negocio”, detalla.

Previo al estallido de la violencia en Sinaloa producto de enfrentamientos entre facciones del crimen organizado, La Limita llevaba dos años consecutivos de fuerte inversión para expandir el diseño original del restaurante, pero actualmente han tenido que frenar sus proyectos a largo plazo.

Afectaciones: peor que en la pandemia de Covid-19

Susana Sarabia comparte que las pérdidas económicas de La Limita han sido peores que en la última gran crisis para el sector restaurantero, el de la propagación del virus Covid-19, situación que han resentido peor los más de 25 trabajadores que mantiene activo el negocio, entre meseros y cocineros.

“Ha sido terrible, en la historia de La Limita jamás hemos cerrado un 15 de septiembre, son las fechas más emblemáticas, nosotros hacemos concursos de vestimenta, cerramos porque no podíamos solventar el pago del sueldo triple”, expone.

“Ni los primeros días de cuando recién abrimos tuvimos la baja más grande, ni con pandemia. Cuando estaba pandemia la gente no salía porque estaba enferma, pero quería salir, ahorita no puedes salir y no hay manera porque no hay mucho dinero. No hay flujo, no hay gente que esté trabajando”, opina.

Esta crisis interna los ha orillado a entablar acuerdos con sus trabajadores, ya que ha habido semanas donde solo han acudido 20 clientes, lo que hace insostenible los sueldos; el golpe es doblemente para ellos, ya que la caída de las propinas ha sido otra de las grandes afectaciones.

“No nos hemos estabilizado”

La empresaria sostiene que aun y con el inicio de año La Limita no ha podido estabilizarse. Mucho se los adjudica a su ubicación, enclavado en el ejido de La Limita de Itaje, a orillas del río Tamazula, una zona que ha sido vulnerable desde que inició la situación de violencia en Culiacán.

“El temor de la situación, hemos ido casi día a día, cómo vienen las cosas, te amaneces viendo como estuvo el día de ayer. Nosotros hacemos eventos muy apegados a las tradiciones, no tuvimos ningún evento en diciembre”, lamenta.

“Nos fuimos a un 15 por ciento. En una venta de una semana, ¿qué haces con todos los compromisos de nóminas y pagos de proveedores? Optimizamos procesos, no despedimos a nadie, algunos aprovecharon para tomar sus vacaciones pendientes, y otros más por temor decidieron no asistir, y los que sí asisten, aprovechan para trabajar y ganar un extra con propinas para llevar a sus hogares”, argumenta.

Susana analiza la coyuntura en general y sugiere que se debería hacer una radiografía real de los daños económicos del sector por ubicaciones y sectores de la ciudad, porque hay lugares más “escondidos” que otros.

Sin embargo, va más allá y es consciente que por más que te pongan un plato bien servido y de la mejor calidad, si tú no estás de ánimo y tú no lo puedes pagar, la gente no va a salir, se refiere al miedo colectivo que todavía persiste entre muchas familias, otras más, afectadas económicamente por la pérdida de empleos.

“A veces con el hecho de salir y no necesariamente a consumir un plato con gran cantidad de carne, pero un buen café, huevitos, te hace el día, te mueve y te cambia la sensación de disfrute de días”, considera.

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