A la escalada violenta que vivió ayer el municipio de Elota, con el saldo de seis personas asesinadas, el Gobierno del Estado le responde hoy con La Jornada de la Paz que consiste en acciones que conjuntan a los ciudadanos y autoridades en la labor de recuperación de seguridad pública y condiciones de desarrollo fincadas ambas en el predominio de los esfuerzos lícitos por encima de la propuesta violenta que sostiene desde hace casi seis meses la delincuencia organizada.

Con la participación del Gabinete de Seguridad de Sinaloa, el Ayuntamiento de Elota y funcionarios estatales y municipales, este ejercicio propone no sólo atender lo referente a la seguridad pública sino también instalar mesas de trabajo para darle forma a la estrategia que ataque la violencia desde la raíz con medidas que coadyuven a cambiar la narrativa de miedo e indefensión por la de participación ciudadana y gubernamental en torno a la vida tranquila y con progreso.

Elota es uno de los municipios que más hechos de inseguridad han presentado y prueba de ello es que ayer, el día previo al arranque de la estrategia que hoy se pone en marcha, la región fue sacudida por una nueva racha de crímenes con la pérdida de seis vidas humanas en lugares cercanos a La Cruz, lo cual movilizó a mayor fuerza pública interinstitucional a las zonas afectadas.

Podría tratarse este programa del Gobierno del Estado de la primera intervención bien estructurada que será aplicada en los municipios alcanzados por los choques entre grupos criminales, sin embargo, es necesario conocerlo, analizarlo a fondo y evaluarlo desde su funcionamiento con tal de saber a partir de los resultados si es el adecuado o faltaría ajustarlo a realidades amargas que un semestre ha mostrado sin matices.

Sea o no la estrategia de construcción de paz que a Sinaloa le urge, sin duda se trata de una intención incipiente de la pacificación y podría ser motivo del inicio de consensos y voluntades aglutinadas en torno a la expectativa de tranquilidad, legalidad y civilidad, ese triduo de condiciones de base para salir de la presente barbarie. En Elota, matriz también de la narcoguerra, bien puede surgir y expandirse el embrión de la seguridad aún en el panorama de salvajismo.

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