En la carrera por consolidar el desarrollo económico regional de Sinaloa, dos ciudades destacan por sus trayectorias contrastantes: Mazatlán, la joya costera del sur que se posiciona como destino turístico y logístico, y Los Mochis, capital agroindustrial del norte con una sólida base productiva y creciente infraestructura energética. Ambas ciudades representan estrategias distintas, cada una con fortalezas, desafíos y visiones de futuro que impactan no solo a sus poblaciones locales, sino al posicionamiento económico del estado en su conjunto.

Mazatlán se ha consolidado en la última década como una de las ciudades turísticas más importantes del Pacífico mexicano. Conectividad aérea y marítima en crecimiento, inversiones hoteleras sostenidas y una política urbana centrada en la modernización de infraestructura han generado una plataforma económica basada en servicios, comercio, gastronomía y entretenimiento. El Plan Municipal de Desarrollo 2021–2024 reforzó esta vocación al definir como prioridad el “crecimiento ordenado con enfoque en sostenibilidad, inversión y promoción turística”​.

En contraparte, Los Mochis (cabecera municipal de Ahome) ha consolidado su rol como nodo agroexportador de Sinaloa; su economía se estructura sobre una potente base agrícola, especialmente en cultivos de alto valor como papa, tomate, maíz, frijol y garbanzo, apoyada por una creciente infraestructura logística y de almacenamiento. Además, la ciudad comienza a proyectarse como plataforma energética con el desarrollo de infraestructura vinculada al gas natural, aprovechando su cercanía con Topolobampo. Su modelo económico, según el Plan de

Desarrollo Municipal 2021–2024, priorizo el fortalecimiento de cadenas de valor, la tecnificación del campo y la atracción de inversiones con enfoque territorial​.

Al comparar los dos modelos, uno de los aspectos clave es la generación de empleo sostenible; Mazatlán concentra una alta proporción de empleo temporal o informal en los sectores turísticos y de servicios, lo cual lo hace vulnerable ante choques externos como desastres naturales o crisis sanitarias. Aunque ha mostrado capacidad de recuperación, el reto de convertir empleos de baja calificación en oportunidades de largo plazo persiste. Por su parte, Los Mochis genera empleo en sectores primarios e industriales más estables, aunque también enfrenta desafíos relacionados con la estacionalidad agrícola y la mecanización del campo.

En cuanto a la atracción de inversión, Mazatlán ha sabido capitalizar su vocación como destino turístico y logístico, con proyectos de infraestructura urbana, remodelación del malecón, nuevos desarrollos habitacionales y eventos internacionales que impulsan la derrama económica. Sin embargo, esta inversión ha favorecido zonas específicas, generando tensiones por la gentrificación y desigualdades territoriales. Los Mochis, aunque con menor visibilidad internacional, ha captado inversión en agroindustria, tecnologías aplicadas al campo, transporte y distribución alimentaria. A diferencia del modelo mazatleco, el enfoque mochitense busca agregar valor local a la producción, apostando por la innovación rural, la certificación de exportaciones y la logística portuaria.

Otro criterio fundamental es la resiliencia ante crisis económicas o climáticas. Mazatlán, con una economía fuertemente vinculada al turismo y los flujos externos, es sensible a caídas del consumo global o restricciones sanitarias. Su apuesta por la infraestructura turística lo expone también a los efectos del cambio climático, como la subida del nivel del mar o huracanes más intensos. En cambio, Los Mochis, al contar con una matriz productiva más diversificada y anclada en el sector primario, presenta una mayor capacidad de adaptación, especialmente si continúa invirtiendo en tecnología agrícola, energías limpias y manejo sostenible de recursos hídricos.

Por último, la desigualdad socioeconómica es un factor donde ambos municipios enfrentan retos distintos. Mazatlán ha crecido, pero con contrastes entre zonas turísticas de alta gama y periferias marginadas. Los Mochis también presenta desigualdades, sobre todo en el acceso a servicios en comunidades rurales, aunque sus políticas están más centradas en la inclusión productiva. La visión de “no dejar a nadie atrás” del gobierno municipal de Ahome apunta a reducir esas brechas mediante inversión en bienestar, salud, educación técnica y desarrollo de capacidades locales​.

¿El futuro económico de Sinaloa se definirá por el dinamismo turístico del sur o la resiliencia agroindustrial del norte? Tal vez la verdadera fortaleza esté en reconocer que el desarrollo no debe ser uniforme, sino complementario, regionalmente equilibrado y socialmente justo.

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