En el Día para Erradicar la Violencia contra las Mujeres predominan los discursos gubernamentales y desvanecen las acciones de Estado para lograr que este sector de la población viva con seguridad y tranquilidad en un marco de leyes y voluntades políticas, más allá de que la oratoria hueca domine por encima de la realidad que va en sentido contrario de las promesas.

Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía establecen que en México el 63 por ciento de las mujeres mayores de 15 años ha sufrido algún tipo de violencia en su vida, ligada a factores culturales, sociales y personales, lo cual demuestra que la desigualdad de género continúa como un de los grandes pendientes a atacar en sus distintas variables y consecuencias.

Hoy por la mañana los mandatarios de 32 estados, entre ellos el gobernador de Sinaloa Rubén Rocha Moya, firmaron el Compromiso Nacional por la Vida, la Felicidad y el Respeto a las Mujeres impulsado por la presidenta Claudia Sheinbaum con el propósito de homologar leyes en todo el país en materia de acoso, abuso sexual y otras formas de violencia.

Sin embargo, a reserva de que los resultados demuestren lo contrario, no deja de ser política pública de ocasión y de motivo para la foto efímera el acuerdo que establece acciones y campañas para crear una cultura de respeto e igualdad, así como un plan integral contra el abuso sexual, que forma parte de un proyecto más amplio para la protección de mujeres y niñas en todo el país.

Hoy mismo los indicadores de seguridad pública exhiben en Sinaloa las agresiones sistemáticas contra mujeres, desde femicidios hasta ataques al patrimonio familiar, pues solamente un día antes de la firma del compromiso nacional para protegerlas en Culiacán fueron reportadas dos víctimas femeninas de asesinatos. Ante un fenómeno cruel y creciente no bastan las poses y parafernalia conmemorativas porque la violencia contra las mujeres es real y la eterna promesa de abatirla naufraga en el mar de saliva que la sustenta.