Con su sorpresiva y extraña renuncia a la candidatura a la alcaldía de Rosario postulado por el Partido Acción Nacional, Manuel Antonio Pineda Domínguez siembra la duda sobre los motivos que lo orillaron a tomar tal decisión e induce la posibilidad del miedo a competir en la elección ante posibles amenazas de delincuencia organizada que estaría operando como una especie de aval para aspiraciones políticas en las zonas que controla en Sinaloa.
Esta retirada de la contienda electoral se agrega a la que en febrero decidió el candidato del Partido Sinaloense a la presidencia municipal de Mocorito, Alfredo López, quien días después de solicitar su registro decidió desistir de tal aspiración en la misma tesitura que omite las explicaciones y todo lo reduce a “motivos familiares” que originan especulaciones y miedos en los electores.
Llama la atención el hecho de que algún político renuncie a candidaturas por cuestiones de familia, ya que los asuntos del hogar se atienden de manera ordinaria, excepto situaciones de gravedad que ameriten dedicación especial, sin embargo, tendrían que ser claros en las causas que los llevan a abandonar a seguidores, desairar a partidos y principalmente generar mayor zozobra en ciudadanos con derecho a comicios donde seguridad y democracia estén garantizadas.
En el caso de los partidos que los postulan tienen la obligación de investigar y denunciar posibles presiones del crimen con el propósito de intimidar a aspirantes, ya que de tal conocimiento pleno de las motivaciones de las renuncias a candidaturas depende la posibilidad de que las autoridades y órganos electorales adopten medidas adecuadas y oportunas que den seguridad a pretensos y votantes.
El panorama de violencia que vive México en la presente coyuntura electoral, con evidencias de que la alta delincuencia está interfiriendo en la política eliminando o apoyando a candidatos según convenga a los intereses hamponiles, no da lugar a mentiras completas o verdades a medias cuando los aspirantes desisten a aparecer en la boleta de votación y enseguida se agazapan tras el silencio.
Ojalá que se trate de motivos familiares los que llevan a los aspirantes a abandonar sus pretensiones, y no del terror que impone el crimen para ganar elecciones a través de violentar la ley.
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