México.- ¿Qué está pasando con Pemex?

La petrolera mexicana que alguna vez sostuvo las finanzas públicas del país, hoy se encamina hacia rendimientos negativos, en un escenario de caída de las reservas probadas y de urgencia por una transición energética hacía energías limpias.

La situación es complicada, hay mucho qué hacer; pero las autoridades no se están planteando soluciones para la transformación de la matriz energética del país, expusieron investigadores ambientales durante el taller #TenemosQueHablarDePemex.

En este, los investigadores dividieron esta serie de problemáticas que ya enfrenta Petróleos Mexicanos en cuatro: las malas finanzas de la paraestatal, la estrepitosa caída en la producción y reservas probadas, la utilización de combustoleo contaminante para la producción de energía eléctrica y la tozudez del gobierno de seguir invirtiendo en infraestructura fósil que pronto quedará en desuso y se tendrá que seguir pagando con recursos públicos.

En este sentido, los ponentes reconocieron que sí existen alternativas para el futuro de Pemex, más no para el futuro del petróleo.

Se acabó el petróleo barato

 

El fin de la era del petróleo barato obedece a una serie de factores que dejan en claro una urgente necesidad de desescalar la actividad petrolera en el país, indicó Luca Ferrari.

Durante su participación, el investigador del Instituto de Geociencias de la UNAM mostró cómo desde hace alrededor de 20 años México alcanzó el pico de producción petrolera que fue de 3.4 millones de barriles diarios. En el caso del gas fósil, este pico ocurrió en el 2008. Actualmente México produce la mitad de petróleo del que se producía en el 2004 y un 67% del gas fósil que se producía en el 2008.

La razón de esto es la disminución de las reservas probadas, donde México se encuentra en el sitio 20 a nivel planetario. Con estas cifras, Ferrari estima que actualmente hemos consumido el 88% del petróleo que puede extraerse con seguridad.

Está situación ha hecho que, con el paso del tiempo se pase de una explotación más sencilla, sobre todo de terrenos y aguas someras en donde la extracción es barata, hacia la búsqueda de hidrocarburos en pozos cada vez más profundos, con el gran incremento en costos que esto supone.

“Siempre se explota primero el recurso más fácil de extraer, más abundante y de mejor calidad. A medida que se acaba lo mejor hay un incremento de los costos energéticos, económicos y ambientales”, explicó Ferrari.

“La revisión histórica indica que el máximo volumen de petróleo descubierto fue en la segunda mitad de los años 70. Desde entonces descubrimos campos más pequeños. También los campos son cada vez más profundos y por ende dominados por gas y condensados”, añadió.

 

El resultado de esto es que desde el pico de 2004, la productividad por pozo ha disminuido 67% mientras que los costos de extracción se han quintuplicado, disminuyendo drásticamente el número de barriles extraídos por millón de pesos invertido en la petrolera.

A pesar de estas realidades, desde el 2019 el Gobierno Federal ha invertido en desarrollar 27 nuevos campos que a tan solo tres años funcionando ya han alcanzado su pico y van disminuyendo su producción. Así, los esfuerzos por revertir la caída de la producción de Pemex se intentó solucionar duplicando su presupuesto.

Lo peor es que, a pesar de estas grandes inversiones en proyectos de hidrocarburos, durante los últimos años el país se ha vuelto fuertemente dependiente del gas fósil de Estados Unidos y otros energéticos; y las importaciones de gasolina, diesel y gas natural con mayores a las exportaciones mexicanas de petróleo crudo. El tema es tan grave que, aunque México pudiera refinar en gasolina todo el petróleo que produce, este no alcanzaría a satisfacer la demanda.

Un lastre para las finanzas públicas

 

Estamos llegando a un escenario en el que las aportaciones del Gobierno a Pemex son mayores de lo que Pemex le aporta al gobierno, sentenció Kjell Kühne director de la iniciativa Leave it in the Ground (Fondo LINGO).

Este mostró como, entre el 2008 y 2023, los ingresos petroleros a las finanzas públicas redujeron su participación desde un 44.3 a un 18.4%, producto principalmente de las reformas hacendaria y energética del 2013 y 2014.

“Pero aún así ese 18% es engañoso porque incluye todos los ingresos de Pemex, no sólo lo que aporta al gobierno”, aclaró Kühne.

 

Ante está situación, el activista recordó cómo la Agencia Internacional de Energía hizo un llamado a parar toda nueva inversión en combustibles fósiles, lo que en el caso de Pemex supondría el llevarlo hacia un esquema de “modo cosecha”, en el que se lograría ahorrar casi 50% del presupuesto que la paraestatal tuvo en el 2023 por conceptos de nuevos proyectos de infraestructura.

Por último, Kühne advirtió que los pronósticos realizados por el Centro de Información Económica y Presupuestaria (CIEP) pronostican que este 2024 Pemex podría tener su primer saldo negativo de aportes a la federación de 2 mil 74 millones de pesos, y que, al cierre del 2022, los pasivos de Pemex fueron 45.9% mayores a sus activos, deuda que de dividirse entre todos los mexicanos daría 33 mil 437 pesos por persona.

Este 2024 podría ser el primer año en que este saldo es negativo, quiere decir que pemex no le aportó al gobierno, sino que el gobierno le dio dinero a pemex para estar operando, lo que quiere decir que Pemex es una carga para las finanzas públicas en vez de una fuente de recursos”, puntualizó.

¿Qué hacer?

 

Mientras que Luca Ferreri advierte que una transición energética justa que tome en cuenta a Petróleos Mexicanos debe pasar por cambios estructurales en los sistemas de transporte e industrial que ayude a la paraestatal a desescalar poco a poco sus actividades; Kühne señaló que existen tanto propuestas como experiencias de diversas empresas de hidrocarburos que se encuentran cambiando su modelo de negocios a uno que se enfoque en más tipos de energía, sobre todo las renovables, una propuesta que ya tiene experiencias exitosas y que empieza a escucharse también en México.

“El modo cosecha es un punto de vista muy contable, pero deben de verse los activos que no vale la pena mantener desde puntos de vista económico y ecológico y quedarse solo con lo más productivo en una óptica de decrecimiento. Pero eso tiene que permear a todo gobierno y sociedad porque el cambio que necesitamos es sistémico”, puntualizó Ferrari.

“Ya se ve una tendencia en el mundo del cambio de empresas de petróleo a empresas de energía, por lo menos para tener opciones de ser parte de la nueva economía después de la era del petróleo; y en México también ya se ha mencionado esa posibilidad”, cerró Kühne.

 

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