Sin que sean el México y Sinaloa actuales los que quisiéramos heredarles, este 30 de abril la celebración del Día del Niño es buen momento para recapacitar sobre las deudas que como sociedad tenemos con la infancia y la responsabilidad de atender rezagos en materia de salud, educación, medio ambiente y en general acciones ciudadanas y políticas públicas que den la certeza de que la generación futura posea mejores condiciones de base para el desarrollo y el bienestar.

En el contexto estatal, el más cercano, persisten apatías y abandonos en materia de acceso a mejor educación, seguridad pública, atención médica de calidad, conservación de recursos naturales, esparcimiento familiar y oportunidades a capacidades diferentes, mismas que obstaculizan la expectativa de niñez satisfecha como cimiento de ciudadanos que podrán desplegar libremente sus talentos y conocimientos.

 

México tampoco es un ejemplo a seguir en cuanto a oportunidades a la niñez porque según la Agenda de la Infancia y la Adolescencia 2019-2024 definida por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, de los 40 millones de niños, niñas y adolescentes que viven en el país el 51 por ciento se encuentra en situación de pobreza, el 12 por ciento de los menores de 5 años aún padecen desnutrición crónica y el 65 por ciento no tiene acceso a libros infantiles, lo cual puede ser un factor de incidencia en los deficientes niveles en lectura y escritura al cursar primaria.

Este día los gobernantes y políticos se expresan a favor de los derechos infantiles y en algunas horas vuelven a rutinas que los excluyen de los más elementales satisfactores para una niñez sana y con buen futuro. Dentro de un año la revisión nos dirá que seguimos con iguales atrasos: México ocupa el primer lugar en el mundo por obesidad infantil, 8 de cada 10 estudiantes no alcanzan los conocimientos requeridos en su nivel educativo, 4 millones de niños no van a la escuela, y diariamente son asesinados en promedio 3.4 niñas, niños y adolescentes.

El panorama que asoma para la niñez resulta poco promisorio no obstante que hoy la frase más pronunciada sea la de “¡Feliz Día del Niño!” y tendría que ser complementada con la interrogación de ¿qué estamos haciendo para que dicha felicidad se concrete, como pilar esencial de sinaloenses y mexicanos que encuentren las mejores condiciones de desarrollo y bienestar? Obsequiémosles a los pequeños la reflexión y las respuestas.

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