El endurecimiento de las medidas cautelares contra el encargado del despacho de rectoría de la Universidad Autónoma de Sinaloa, Robespierre Lizárraga Otero,que determinó ayer el juez Carlos Alberto Herrera, es una decisión judicial que se veía venir después de las estrategias que el acusado de presunto abuso de autoridad utilizó para aplazar los juicios a que está sujeto.
Inclusive ni a los abogados defensores del funcionario universitario les debe sorprender que su cliente deba pagar la cantidad de 50 mil pesos y presentarse al juzgado a firmar cada dos meses, ya que los asesores jurídicos fueron quienes lo orillaron a tales sanciones al colocarlo al borde de desacato de citatorios a audiencias y de otras actuaciones de la justicia.
La solicitud que hizo la Fiscalía General de Sinaloa para que se acentuaran las medidas cautelares va en el mismo sentido de la exigencia de la ciudadanía para que todo aquel infractor a la ley sea sometido al principio de justicia pronta y expedita y que conforme al desahogo de pruebas se determinen culpabilidades o exoneraciones, al margen de maniobras legaloides que promueven la impunidad.
Seguramente acciones similares de apego a los preceptos penales serán establecidas también para el ex rector de la UAS, Jesús Madueña Molina, que de la misma manera ha obstaculizando el debido proceso acudiendo a constancias de incapacidad médica, cambio de abogados defensores y otras coartadas con tal de evitar que avancen las vinculaciones a proceso ya determinadas o las que está por dictar el Poder Judicial, por incurrir en probables delitos de corrupción.
La conversación pública ha hecho suyo el tema del posible daño a las finanzas de la casa de estudios que en vez de hallarse en situación de víctima de desfalcadores tendría que ser ejemplo de integridad, transparencia y rendición de cuentas. Con la determinación de nuevas medidas cautelares contra Robespierre Lizárraga se le eliminan algunas trabas a los trabajos judiciales y se acerca el caso UAS a la divisa jurídica de que quien la hace, que la pague.
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