Culiacán, Sinaloa.- En México, pese al reclamo de la sociedad civil y las observaciones de organismos internacionales, la discriminación contra las comunidades trans prevalece en muchos ámbitos de la vida, entre ellos, el acceso a los servicios de salud, de acuerdo con diferentes diagnósticos e investigaciones de especialistas en la materia.

Según la Encuesta sobre Discriminación por motivos de Orientación Sexual e Identidad de Género 2018 (ENDOSIG) elaborada por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) y la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), en los servicios de salud es recurrente la discriminación por tener una orientación sexual, y sobre todo, una identidad de género no normativa (transexuales, transgéneros, travestis, queer, genero fluido, género no binario, entre otros). En este diagnóstico, una cuarta parte de las personas trans reportó alguna situación de discriminación durante la atención médica.

La académica investigadora y doctora en Ciencias de la Enfermería, Alma Angélica Villa Rueda, explicó que son muchas las barreras que aún dificultan o impiden a las mujeres trans hacer efectivo su derecho al acceso a la salud pública, entre ellas, prácticas discriminatorias, estigmatizantes y con falta de empatía por parte de las personas profesionales de la salud, que en su mayoría se realizan por el desconocimiento de las necesidades específicas que tiene esta población y la prevalencia de los sistemas de creencias hetero-cisnormativos.

En la conferencia “Comunidades Trans y acceso a los Servicios de Salud”, organizada por el Centro de Políticas de Género para la Igualdad entre Mujeres y Hombres de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), Villa Rueda compartió que de acuerdo a investigaciones que ha realizado en Baja California y Monterrey, se han documentado experiencias negativas de mujeres trans que acuden a instituciones de salud pública.

Por ejemplo, las comunidades trans señalan que hay un estigma generalizado en el personal de salud sobre que todas las mujeres trans son trabajadoras sexuales y viven con VIH, y bajo esta percepción son tratadas.

Otra barrera ocurre cuando las mujeres trans evitan acudir a alguna institución de salud pública ante un problema sanitario, pues tienen la idea anticipada o preconcebida de que van a ser discriminadas. Esto, de acuerdo a la especialista, se debe al estigma comunitario que hay y que han vivido otras mujeres trans.

“Hay percepciones negativas de los servicios de salud, sobre todo en las mujeres trans que son adultas, todavía recuerdan a lo que le llaman la cacería de brujas, que es cuando las instituciones de salud públicas, especialmente secretaría de salud, hacía estas brigadas donde hacían tamizaje de VIH obligados, y si no querías te metían a la cárcel, eran brigadas acompañadas de la policía”, mencionó la especialista.

 

Asimismo, también se documentó que existe hostilidad de las personas que dan los servicios de salud, al negarse a mencionarlas con el nombre que han elegido o la identidad con la que se identifican. “A fuerzas quieren que se identifiquen con nombres masculinos y no quieren ser identificadas o señaladas de esta manera en estos contextos”, explicó.

Estos impedimentos relacionados con la atención de las y  los profesionales de salud se originan en las propias barreras culturales y organizacionales que enfrentan estas personas como:

  • Falta de conocimientos sobre poblaciones trans.
  • Problemas éticos relacionados a los tratamientos que solicitan.
  • Suelen etiquetar las identidades trans como trastornos mentales.
  • Falta de información sobre los recursos que tienen disponibles para personas trans.
  • Determinantes del sistema de salud y políticas sanitarias que no contemplan estas necesidades particulares de personas trans.
  • Aprobación legal para que menores de edad accedan a tratamientos hormonales.
    Sistemas de creencias hetero-cisnormado.

 

Barreras no relacionadas con la atención del personal de salud

 

De acuerdo con Villa Rueda, además de lo relacionado con la atención del personal, hay otros obstáculos que les impiden a las comunidades trans acceder a los servicios de salud, como es el tema económico, pues ante la falta de servicios de transición dignos, de calidad y gratuitos en México, las personas trans tienen que acudir a clínicas privadas, donde el costo es considerable.

Esto también las coloca en riesgo, ya que ante la falta de capital monetario para acudir a una institución privada, crean sus propios procesos para transicionar que pueden ser peligrosos.

“Por ejemplo, utilizar hormonas sin transcripción o algunos métodos comunitarios que van aprendiendo para la modificación de los cuerpos como es la inyección de aceites o polímeros”, dijo.

“Si no hay un acceso a la salud efectiva, de acuerdo a las necesidades de las comunidades, las propias comunidades crean sus propios procesos, pero hablamos de una cuestión inconstitucional porque no se está respetando el derecho a la salud diferencial que tienen las comunidades en sus diversidades”, dijo.

 

Según la especialista, las vivencias sugieren que estos obstáculos están tejidos desde la política pública, pues al tener una política pública que no nombra a las comunidades trans, que las invisibiliza, tampoco van a ser nombradas a nivel de acceso a la salud en las instituciones.

Por lo tanto, según la especialista, para eliminar estas barreras u obstáculos, se requiere generar y aplicar estrategias que reconozcan que las comunidades trans tienen necesidades particulares para acceder a los servicios de salud e integrar perspectivas interseccionales.

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