Cerca de la una de la tarde del sábado, una caravana de alrededor de 40 carros arribaron al puerto de Altata, Navolato. Llegaron personas de Culiacán, que llevaban nada más que sus ganas de volver a disfrutar los aguachiles, ceviches, ostiones, cayos de hacha frescos, pulpos y pescados zarandeados que se ofrecen en los restaurantes locales.

Ya listos, los trabajadores de los diversos establecimientos del Muelle 33, uno de los espacios más emblemáticos del puerto por ser la zona donde se aglomeran los restaurantes de mayor historia del Puerto, esperaban a la marejada de comensales.

Ahí estaban personas de amplio peso social, como “La Güera”, quien con una sonrisa se encontraba sentada en la entrada del restaurante que lleva su apodo como aquella vez en 2011, cuando la violencia desbordaba Altata durante la llamada “guerra contra las drogas” y un grupo de ciudadanos se organizaba -de la misma manera que ahora- para “rescatar Altata”.

Tanto ella como otros locatarios, no se retuvieron en expresar su agradecimiento a quienes acudieron en apoyo a la economía local, ni cuánta falta les ha hecho la afluencia de personas.

Algunos volvían a abrir después de varias semanas con las cortinas abajo, pues desde el 9 de septiembre hay una confrontación entre grupos criminales que ha hecho, entre tanto, una afectación a la psique de las personas que habitan municipios como Culiacán, Eldorado, Cosalá, Elota, San Ignacio, Concordia y Mazatlán. Esa violencia ha dejado miedo y, como un efecto siguiente, la privación de asistir a espacios públicos como este Puerto, el segundo de mayor impacto turístico, de acuerdo con el gobierno de Sinaloa.

Ahora hay comercios que vienen de resistir con raquíticas ventas. Eso sí, la gran mayoría, si no todos, habían tenido que despegarse temporalmente de buena parte de sus trabajadores. Incluso hoy, varios restaurantes del muelle 33 seguían funcionando con su fuerza laboral reducida, motivo por el que podía verse un nivel de ajetreo entre los empleados que no necesariamente se correspondía con la cantidad de personas consumiendo.

Y es que, sí, los restaurantes no estaban llenos el sábado. Había algunos que captaron más personas que otros, pero por lo general se miraban con una ocupación regular. Con todo, había un consenso de que la caravana les estaba dando su mejor día en ventas desde el inicio de la ola de violencia en Sinaloa. Desde la una de la tarde, hasta pasadas las cuatro, el flujo de personas fue constante.

Quienes también se dejaron ver, aunque definitivamente no por su interés en la gastronomía altatense, fueron unidades de todas las corporaciones de seguridad. Unidades de la Marina, Guardia Nacional, el Ejército Mexicano y las policías municipal y estatal desfilaron por el malecón desde temprano por la tarde, continuando durante todo el intermedio. Aviones y helicópteros militares rayaban el cielo, cosa inusual de ver en la zona, según los locales.

ejército en caravana Altata

Se registró una fuerte presencia de seguridad en el área durante todo el transcurso del evento.

La caravana “Rescatemos Altata”, promovida por empresarios locales y la organización ciudadana Construyendo Espacios para la Paz, encabezaron esta iniciativa completamente ciudadana que, más importante que la derrama económica, derramó esperanza este fin de semana.

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