Más allá de gestionar apoyos con recursos públicos para atender crisis financieras internas que se le presentan de manera recurrente, la Universidad Autónoma de Sinaloa debe presentar un plan del ejercicio presupuestal con criterios de austeridad, racionalidad y transparencia en el cual defina sus necesidades económicas anuales y el compromiso de ajustar el dinero de que dispone a los rubros que va etiquetado.

El rector Jesús Madueña da a conocer que se acudirá al Gobierno del Estado en la intención de que ayude a la institución a solventar los gastos de inicio de 2025 debido a que se realizan las gestiones para concretar los convenios entre gobiernos estatal y federal y la Universidad para que lleguen los primeros recursos del año, lo cual se estabilizará hasta el mes de marzo.

La UAS conoce de estas coyunturas de dificultad en el cumplimiento de compromisos económicos, pero muestra poca voluntad para prever y ajustar los recursos a tales circunstancias, sabiendo que tal desidia será atendida por autoridades federales y estatales sin que medie la exigencia de que asuma la responsabilidad del disparate administrativo que la plantea en permanentes números rojos y peticiones de más subsidios.

El presupuesto federal y estatal que se le asigna, por el orden los 7 mil 500 millones de pesos, más las asignaciones extraordinarias que ha recibido para que atienda deudas por ejemplo con el Sistema de Administración Tributaria, requiere de un revisión profunda sin que ello sea el nuevo pretexto para que los funcionarios universitarios aleguen violación a la autonomía sino como la pertinencia de que actúe como todo ente público que recibe recursos públicos.

La educación superior de mejor calidad necesita que el gobierno la dote de financiamientos acordes a la creciente demanda en Sinaloa de profesionistas que respondan a los modernos retos del desarrollo estatal, regional y nacional. Sin embargo, darle el trato a la UAS como barril sin fondo, y además opaco, la hundirá todavía más en la sospecha de que el dinero que le otorgan resulta desviado a cuestiones ajenas a la razón de ser de la casa de estudios.

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